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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Comedia. Drama Para Jack el nombre de Ernesto significa poder vivir a su aire, en la ciudad, lejos del campo, donde está Ernesto, su irreverente hermano, al cual ha de vigilar continuamente. En realidad esto sólo es una treta para poder escapar del campo siempre que le apetezca, ya que Jack y Ernesto son una misma persona. Todo va bien hasta que un día su mejor amigo va atando cabos y descubre que Ernesto no existe. La situación se complica cuando su ... [+]
11 de enero de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez meses antes de que, en el Gran Café del Bulevar de los Capuchinos en París, se estrenara el Cinematógrafo que habían inventado los Hermanos Lumiére, el escritor irlandés, Oscar Wilde –quien luego tendría muchísimo que ver con el cine, pues sus obras no cesan de ser adaptadas-, había estrenado, en Londres, su estupenda obra “La Importancia de llamarse Ernesto”, algunas veces traducida como “La Importancia de ser Formal”, debido a que, como sucede en la trama, también quiso Wilde jugar con el equívoco en el título, pues, la palabra earnest (formal, serio), que él usa en el título original y Ernest (Ernesto, nombre personal de mucha importancia en lo que sucede), aunque se escriben distinto, suenan igual pronunciadas en inglés. Una frase del personaje Algernon, redundará este juego de palabras: “Tienes aspecto de llamarte Ernest. Eres el tipo de aspecto más formal (earnest) que he visto en mi vida”.

Como es habitual en las obras teatrales de este grandioso escritor, también <<LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO>>, es un monumento al exquisito uso del lenguaje colmado de frases punzantes, socarronas y precisas que, como es de esperarse, motivan sonrisas, inquietantes ademanes de cabeza y una que otra necesaria reflexión. Y es también, ésta, una estupenda farsa en la que, Wilde, se propone dar significado a un nuevo concepto que se le ha ocurrido: bunburysmo, un ejercicio particularmente masculino que ya habrá quienes decidan acogerlo hasta llevarlo a la práctica. Cómo funciona, reglas, recursos y peligros, podrán encontrarse debidamente explicados al interior del libro, y por supuesto, en la película.

Anthony Asquith, el director que nos diera las estupendas, “Pigmalión” y “La Versión Browning”, ha decidido hacer una fiel adaptación de la obra de Oscar Wilde, la cual dejará muy satisfechos a todos aquellos que se conformen con su estilo teatral, pues, tiene muy buenos actores (Michael Redgrave, Edith Evans, Dorothy Tutin, Margaret Rutherford…) y sobre todo, porque logra mantener la elegancia muy inglesa que caracterizaba a la época.

Esa historia de los dos amigos, el uno Jack Worthing, quien se ha imaginado un hermano enfermo en Londres, llamado Ernesto, para tener la excusa de evadirse cada tanto; mientras que, Algernon Moncrieff, se ha inventado un amigo discapacitado, de nombre Bunbury, para irse al campo cuando se le antoje, tiene la suficiente soltura, gracia y atractivo auditivo como para garantizar un rato muy entretenido, sobre todo cuando ellos se encuentren con Gwendolen y Cecily, las chicas que aspiran a desposarlos para siempre.

Aunque me he divertido, debo decir que me sentí mejor con el libro, pues, veo poca novedad en la adaptación cinematográfica, el ambiente se me hizo un tanto frío y amanerado, y creo que se pudo salir del rigor teatral, complementando la historia con unas cuantas situaciones que le dieran más aire a la enrevesada y deliciosa trama. La fidelidad a una obra no hace suficiente mérito para garantizar su atractivo visual y narrativo.
Luis Guillermo Cardona
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