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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama Un grupo de actores ensaya "El Tío Vania", drama de Antón P. Chéjov. En una casa de campo una familia se reúne con sus amigos en torno al profesor Alexander Serebryakov, un hombre vanidoso y engreído que desde hace años asegura que está escribiendo su obra maestra. Los personajes principales son: Yelena, su segunda y joven esposa; Sonya, hija de su primer matrimonio; la abuela de Sonia y suegra del profesor, y el tío Vania, que cada vez ... [+]
18 de diciembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada en 1899 y estrenada en 1900, bajo la efectiva dirección de Konstantín Stanislavski, “Tío Vania” (Дядя Ваня), es una de las más bellas obras de teatro que haya podido escribir Antón Chéjov, pues, además de ofrecernos unos personajes de gran valor sociológico y muy característicos de las clases altas (en declive en la Rusia zarista), nos ofrece con ellos unos diálogos de un gusto exquisito que enaltecen esa inteligencia que nos distingue de las demás especies, al tiempo que deja demostrado que, el intelecto no es herramienta suficiente para ser feliz en una sociedad en la que pesan muchas otras cosas.

Drama bucólico, protagonizado -con excepción de Sonya y Elena- por personajes que ya han pasado de la mediana edad, “Tío Vania” nos ofrece un entrecruzado conflicto de emociones donde cada quien siente el impulso de querer a quien no le acoge como él o ella quisieran… hasta que los sentimientos comienzan a desbordarse, dirigiéndose a ese extremo donde o se encuentra la cordura o se puede llegar a perder la razón.

Es una historia donde la acción es puramente interior, logrando alcanzar el alma de seres humanos que, pese a las diferencias, pueden estar muy cerca de nosotros. En este nivel, moral, emocional, espiritual incluso, la conexión puede llegar a ser profunda y poderosamente significativa... y simple y llanamente, es esto lo que hace de “Tío Vania” una magistral obra de arte.

En 1989, pensando, quizás, en una celebración del centenario de “Tío Vania”, en el antiguo y abandonado teatro Victory de New York (sede de las famosas Follies de Ziegfeld en la calle 42), el director André Gregory y un grupo de actores, comenzaron a visionar el montaje de una adaptación con puesta al día que, David Mamet, había hecho de la obra de Chéjov. Cuatro años después, la obra se estrenó, por fin, en el teatro American Repertory de Cambridge, Massachusetts.

Gregory pensó entonces en su amigo, el director de cine Louis Malle -con quien había trabajado en la controvertida “Mi cena con André”-, y de sus encuentros se decidió el rodaje de un “ensayo” de la obra, puesta en escena en el Teatro New Amsterdam, ubicado también en la calle 42 de la ciudad de los rascacielos. La escenografía es bastante informal, buscando con una tenue iluminación crear el ambiente de vacío emocional de los personajes; los actores usan ropa de calle muy americana, y todo funciona como teatro en el cine con un escaso público acompañando al director Gregory durante el “ensayo”. El gran error estuvo en el cartel publicitario, pues, el público estadounidense -poco avisado- pensó que Vanya era Julianne Moore, quien es la que resalta en la imagen.

Lo que funcionará de maravilla, son las actuaciones. Wallace Shawn el generoso tío Vanya, Larry Pine, el brillante Dr. Astrov, Julianne Moore, la bella Yelena, y Brooke Smith la insegura Sonya, entre los principales, nos dan una clase de interpretación que no va a dejar indiferente a nadie; y para satisfacer la ‘acción indirecta’ que, con gran visión, reclamaba Chéjov en la interpretación de sus obras, esa evidente apariencia de ensayo, pone a los seres humanos ante el teatro de la vida donde se espera que cada quien la represente de la mejor manera. ¿Lo lograrán los miembros y amigos de esta familia?

Los diálogos añadidos por Mamet (¿y Gregory?), resultaron también bastante atinados… y creo que, a nivel general, donde sea que se encuentre, Chéjov debe de haber sonreído y aplaudido, si se le dio la ocasión de presenciar esta enésima y muy valiosa representación de una de sus más imperecederas obras… y podría creer que, el 23 de noviembre de 1995, se cruzara con Louis Malle en alguna dimensión desconocida y se hubiesen dado un caluroso abrazo.

Dejo registro de una de las más sensatas frases de la esperanzada Sonya:

“Tenemos que seguir viviendo. Viviremos una larga y esperanzada hilera de vidas y de interminables tardes. Habrá que soportar lo que quiera traernos el destino, trabajando día tras día en el beneficio mutuo, ahora y el resto de nuestros días”.
Luis Guillermo Cardona
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