“Varón y hembra los creó”, dice el Génesis 5:2, refiriéndose al momento en que Dios hizo a la especie humana. Con varón y hembra, se hace referencia a dos seres complementarios pero de sexos diferentes que, por siempre, se verían abocados a definir luego si serían hombres y mujeres… o tendrían otra suerte de inclinaciones.

Más difícil que hacerse mujer, ha sido para muchos hacerse hombres, pues por siglos, la sociedad ha impuesto unos patrones de conducta que, no todos, nacen con la capacidad inmediata que permite asumirlos. Para muchos, es un verdadero trauma mostrar valor, pues, por razones genéticas, formativas y/o experienciales, éste pareciera no hacer parte de su carácter. Por lo general, esta suerte de muchachos se inclina por el arte, las religiones, las humanidades y toda suerte de oficios que reclamen intelecto, sentido crítico, oratoria, manualidades… pero no fuerza.

Se necesita sentirse bajo presión o sensiblemente herido física o emocionalmente, para que el valor, siempre oculto y reprimido en estas personas, consiga salir a flote… ¡y muchos de ellos son de temer cuando se liberan!

George La Main, es un muchacho de baja estatura, poco apuesto y su debilidad de carácter lo hace “apto” para los “juegos” de los abusadores. Su padre, Andy, un hombre alto y fornido, regenta un modesto bar y según le ha dicho a su hijo, la madre murió cuando él era muy chico. Hasta hace poco, su padre tuvo una novia de nombre Frances, a la que no volvió a ver y nada se sabe de ella. Ahora, unidos, y con algunos amigos en el bar, el padre se dispone a celebrar el 16° cumpleaños de George, con quien mantiene una poco comunicativa, pero afectuosa relación... y de repente, un hombre irrumpe en el local en compañía de dos hombres y tras humillar a su padre lo apalea luego.

Resulta esto como si la vida tuviese destinado que, George, debiera hacerse hombre con una prueba de fuego. Como si así lo entendiera, el muchacho se dispone a subir aquella difícil cumbre que el destino ha predispuesto para él, y aquella será una larga noche de odio en la que pasarán muchas cosas.

La novela “Dreadful Summit”, que publicara en 1948, el estadounidense Stanley Ellin (1916-1987), fue la base –fielmente adaptada por el autor y por el director Joseph Losey- para esta película que corrobora el talento de un cineasta que siempre se preocupó por la causa de los desheredados. El conflicto emocional está muy bien plantado y el chico luce con sus contradicciones de una manera que favorece ampliamente el poder empatizar con él.

Resulta también muy singular y apreciable, la manera como Losey trata aquí el álgido problema del racismo, mostrando primero a un baterista afroamericano que seduce al chico –y a nosotros- con la talentosa manera como manipula las baquetas y contrastándolo luego con el hombre blanco que, con su bastón de madera, golpea sin piedad al señor La Main. Luego, será una bella cantante -también afroamericana- ante la que el chico deberá avergonzarse por conservar aún necios rezagos culturales.

Será siempre una lástima que, esta suerte de películas que son las que nos ponen ante un espejo y nos ayudan a comprender la realidad, no tengan la difusión que se merecen y terminen arrinconadas, mientras que la mediocridad y la basura colman casi todos los espacios.

Título para Latinoamérica: “LA NOCHE DEL ODIO”