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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama. Romance Melodrama histórico que narra la historia de amor entre una aristócrata polaca (Maria Walewska) y Napoleón Bonaparte. Algunas de sus secuencias fueron dirigidas por el famoso director checo Gustav Machatý ("Extasis"). (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1807. Polonia está siendo acosada por los cosacos rusos y el anuncio de la llegada del emperador Napoleón Bonaparte, es visto como un buen augurio por la aristocracia que, entonces, hace cuanto le es posible para halagarle y conseguir así que le conceda a Polonia su ansiada libertad. Pero nada parece suficiente para este militar arrogante que parece tenerlo todo... hasta que alguien se da cuenta de que se ha sentido atraído por la bella condesa Marie Walewska, casada con el conde Athenase Walewski desde que tenía tan sólo 18 años, llevándole él unas cuantas décadas.

Es así, como Maria iniciará una relación con aquel hombre que pretende tomarse a toda Europa con el propósito de unirla y de convertirla en una sola cultura, y de paso complacer su incontenible megalomanía. Entre amores y desamores; entre eres la única a quien amo, pero me importa más el poder y la aristocracia; entre te dejo embarazada, pero prefiero al hijo que lleva sangre real porque podrá sucederme; entre Maria de Polonia y Maria Luisa de Austria que comparten su presencia -la una por amor, porque ha descubierto la ternura, la docilidad y la gentileza que también cabe en el guerrero, y la otra, sacrificada por las conveniencias aristocráticas, donde no hay lugar para el afecto y solo cuenta el interés de preservar bienes o alcanzar beneficios económicos o políticos-, transcurrirá la escasa vida privada que se permite aquel legendario militar por muchos apreciado, pero por muchos otros sentido como un tirano.

Clarence Brown, el director que mantuvo muy en alto en América el nombre de la actriz sueca Greta Garbo, logra una convincente semblanza de Napoleón Bonaparte, a quien nos muestra en sus altas y bajas, en sus plausibles propósitos y en sus obsesivas pretensiones por dominar al mundo entero a como dé lugar. Y entonces veremos como actúa el amor y como se las arregla el implacable destino con todos aquellos que juegan a ser dioses.

Hay momentos narrativos muy brillantes, escenas que ameritan ser tomadas muy en serio para aprender lo que nos lega la historia y no repetir eternos errores, y hay sobre todo, un fiel retrato de los poderosos donde podemos sentir que la arrogancia no es más que humo y que el camino a la felicidad es algo mucho más simple.

Habrá quienes sientan como una falencia, el carácter intimista y casi teatral como nos es contada la historia, pero a mi me llega hondamente esa lucha profunda entre el querer ser y el querer tener, y siento que, en la lucha interior, hay mucho más del ser humano que lo que puede verse en el campo de batalla.

Charles Boyer convence plenamente con su caracterización de Bonaparte, Greta Garbo se sostiene bien en ese rol de la segunda que le toca jugar a todos los niveles, y Maria Ouspenskaya vuelve a lucirse en esa soberbia escena que sostiene con el emperador. Este es un filme necesario.
Luis Guillermo Cardona
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