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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Comedia Al profesor Leaf (James Stewart), un poeta bohemio cuyos ideales son incompatibles con la ciencia, le cuesta trabajo aceptar que su hijo sea un prodigio de las matemáticas, pero carezca de talento artístico. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se imaginan ustedes que alguno de sus hijos pudiera hacer, en segundos, cualquier operación matemática por complicada que sea, cual si tuviera la más avanzada de las calculadoras dentro de su cerebro? ¡Ese chico sería una mina! ¿Se le ocurre pensar cuánto tardaría en conseguir un excelente empleo, y lo fácil que podría hacer dinero valiéndose de sus exactos cálculos?

Erasmus, el chico de 8 años, hijo del profesor y poeta Robert Leaf, es uno de estos genios que harto escasean entre los cuatro puntos cardinales de nuestro hermoso planeta. Su padre lo quería músico como el resto de la familia, pero con el violoncelo el chico no daba bola y parecía más fácil convertir a Bryan Adams en un tenor o a Shakira en una soprano, que hacer que el muchacho sacara una nota armónica de su instrumento. Pero, al padre que no sabe cómo decirle al chico sobre su ineptitud musical, le llega el ángel custodio y le da la noticia del sorprendente talento de su querido Erasmus.

Dada la alta dignidad de su padre, comienza entonces ese debate interior entre lo que es legal o ilegal, entre lo que sirve a la integridad del niño o lo que puede transformarse en una vulgar explotación… Y entre tanto, Erasmus sólo piensa cada día en escribirle en secreto a una mujer, actriz francesa bastante cotizada, que lo trae de cabeza.

Quinta y última película que hicieron juntos el director Henry Koster y ese gran actor que fuera James Stewart. No tan memorable ni tan significativa como las tres primeras, pero entretenida y bien intencionada como la cuarta. Para Stewart, y por supuesto para Koster, los años 60 comenzaban a dar cuenta de una juventud distinta: rebelde, libre, crítica, y muy ajena a los convencionalismos de las anteriores generaciones. Así que, resultaba ser ésta una ocasión propicia para hacer una revisión cinematográfica sobre este particular proceso y sobre algunas maneras como habría que asumir, en adelante, la relación padres-hijos.

“QUERIDA BRIGITTE” se ocupa de aquel caso en que los chicos sobrepasan el nivel intelectual de sus padres y la manera como podría abordarse este tropiezo. En un tono de comedia ligera, las cosas suceden con alguna simpatía, Stewart se esfuerza como puede para salirle al paso a la modesta historia, pero me queda la sensación de que, por esta vez, ese pequeño prodigio llamado Billy Mumy (tenía realmente 10 años al momento del rodaje) que nos venía divirtiendo cada semana en la serie de tv “Perdidos en el espacio”, le roba la película, pues se convierte en el único personaje fuerte y poderoso, poniendo a los demás a marchar a su propio ritmo. Hasta mademoiselle Brigitte Bardot, le abrirá con honores la puerta de su casa, y así el chico nos da cuenta de lo significativos que pueden resultar los hijos. Por algo fue Edison, y no su padre, el que inventó el fonógrafo.
Luis Guillermo Cardona
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