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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Intriga. Drama. Thriller Adaptación del famoso relato de Perrault sobre un cruel asesino en serie de mujeres. El Barón Von Sepper (Burton) es un excéntrico y frustrado aristócrata que vive recluido en un siniestro castillo. Acaba de contraer matrimonio por octava vez, con Anne, de la que parece estar muy enamorado. Un día, ella descubre casualmente el espeluznante final que tuvieron las siete esposas que la precedieron. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los hombres que luchó junto a Juana de Arco en la llamada Guerra de los Cien años, era un noble bretón llamado Gilles de Rais. Este personaje, había amasado una enorme fortuna y pronto se descubriría que, sirviéndose de ella, hacía parte de una corte de brujos adoradores del diablo, con quienes había cometido toda suerte de atrocidades contra niños y niñas de la vieja Francia. Curiosamente, de Rais era un profundo admirador de las artes, y era capaz de llegar al éxtasis escuchando cantos gregorianos. También su pasión por la música lo animaba a contratar, por costoso que resultara, a cualquier cantante cuya voz oyera y lo dejara fascinado. Pero, tras haber confesado aberrantes crímenes que superaban los doscientos, fue condenado por asesinato, herejía y sodomía, y luego llevado a la horca.

Este personaje, fue el que el escritor francés, Charles Perrault, admitió como su inspiración para el cuento “Barbe bleu” (Barba azul) que escribiera en 1697… pero, contra esta aseveración, me atrevería a decir que fue la excusa perfecta del autor para eludir que, en realidad, a quien básicamente aludía en su obra, era al deplorable rey Henry VIII de Inglaterra, el cual, de manera non sancta, se deshizo de sus esposas.

Motivo de óperas, obras teatrales, variaciones noveladas… y unas cuantas películas, la historia de Barba Azul fue adaptada de nuevo por el director Edward Dmytryk, con un guion escrito junto a los italianos Ennio de Concini y María Pía Fusco. Contada en un claro tono de humor negro, en el que se alcanzan a adivinar apuntes tan creativos como la manera particular y simbólica con la que Barba Azul se deshace de sus mujeres (La cantante, cercenada la garganta; las lesbianas, clavadas…) o esa sutil manera como Anna -haciendo de Sherezada a la inversa- hace hablar a su marido para evitar que la mate ganando tiempo, pudieron aun ser mucho más eficaces, si Dmytryk no hubiera caído en la trampa del famoso ramillete de estrellas (Raquel Welch, Virna Lisi, Joey Heatherton, Marilú Tolo, Nathalie Delon, Agostina Belli…) a quienes se permitió mostrar un tanto sexys, artificio que de por sí, debe haber atraído a gran parte del público.

El segundo gran error, fue haber puesto como Barba Azul a un actor que, entonces, se hallaba notablemente desgastado y sin ningún sentido del humor como Richard Burton. Después, y aunque era indudablemente preciosa, Joey Heatherton tenía muy pocas dotes de actriz y la prueba es que su belleza no le bastó para forjar una sólida carrera. Tampoco Dmytryk era ningún especializado en la comedia y le faltó pulso para lograr encanto en algunas escenas que daban para mucho más. ¡¿Qué tal, por ejemplo, la manera como desaprovecha el momento en que, la insensible Caroline, observa a la niñera peinando a la madre del barón von Sepper?!

La música de Ennio Morricone, aunque tiene uno o quizás dos temas interesantes, tampoco consiguió aflorar su más alta inspiración y mejor está la ambientación donde cada set ha sido pensado para complementar lo que sucede.

Con todo, la historia no cala de manera suficiente; el director, en su agónico tiempo creativo, no consigue cogerle el pulso a lo que es una verdadera comedia de humor negro… y solo ese puñado de bellezas que circulan por la escena, hace visionable una historia que, en definitiva, no deja mayores huellas… ¡y ojo muchachas, porque aquí se hace una especie de decálogo sobre la clase de mujeres que, a los hombres más impulsivos e intolerantes, les despierta el instinto de matar!
Luis Guillermo Cardona
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