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España España · Barcelona
Voto de AMQE:
6
Drama. Comedia Claire ejerce con pasión su oficio de comadrona. Preocupada como está ya por el inminente cierre de la sección de maternidad en la que trabaja, su vida sufrirá un golpe aún mayor: el regreso de Béatrice, antigua amante de su difunto padre. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida y la muerte, como la Merceditas que cantaba Serrat, tiene bordada en la boca esta Beátrice interpretada por la incombustible Catherine Deneuve, co-protagonista junto a Catherine Frot de este drama en forma de duelo actoral que narra el reencuentro después de muchos años de dos personajes antagónicos condenados a entenderse. Martin Provost, que ya demostró buena mano a la hora de retratar personajes femeninos con la apreciable “Seraphin”, brinda a la Denueve un personaje incómodo, ante el que es difícil sentir empatía, pero al que las toneladas de magnetismo que le aporta la actriz francesa le acaban otorgando la complicidad del espectador. Ante ella, una no menos valiosa Frot, despliega todo su arte en el papel de una madre soltera que ve como de un día para otro su plácida vida empieza a tambalearse. Los encuentros entre las dos damas, condicionados por un pasado del que aun sangran heridas, marcarán el ritmo de una película que es todo una oda a la naturalidad y al oficio, entendido desde el punto de vista más artesanal, en frente de las nuevas tecnologías. Hay mucha vida en sus fotogramas, pero la idea de la muerte siempre está presente. Ya sea en forma de recuerdo amargo o como la consecuencia lógica y natural del fin de ciclo. “No me importa morir, pues he vivido la vida que he querido”, dice en un momento dado Beátrice, y en esa frase se resume el sentir de un personaje que al hacer balance de su existencia solo echa de menos la hija que nunca tuvo, mientras que en ella Claire, el personaje que interpreta Catherine Frot acaba encontrando aquella madre que la vida le ha negado. Y aunque el rio de la vida se acabe llevando a las barcas destartaladas, Provost nos deja claro que al final del túnel siempre hay una luz de esperanza.

Lo mejor: cuando la “joie de vivre” se apodera del relato.

Lo peor: su tendencia a caer en lugares comunes.
AMQE
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