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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).
7 de abril de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siete años después de que Clint Eastwood anunciara su retirada como actor pero no como director, decidió romper con esa regla que parecía obligarle a abandonar su retiro para embarcarse en una misión que le iba perfectamente a la talla: supervisar y encarnar a la vez el perfil de un anciano, veterano de la II Guerra Mundial, que en el otoño de la vida decidió trabajar como narcotraficante con el apodo de “El Tata”. El sujeto inspirador en cuestión se llamaba Leo Sharp y se dedicaba a la horticultura hasta que fue detenido por al serle incautado un cargamento de cocaína valorado en más de 3 millones de dólares.

Esa es la historia que el bueno de Clint toma a rienda suelta con la más bondadosa de las intenciones y tomándose ciertas libertades (siempre respetando el caso real original) de un hombre que podría representar esa clase media arruinada pero que siempre le ha sido fiel a su país como patriota y trabajador pero no a sus principios de buen padre y abuelo.

Los momentos Eastwood, rodados con gran sentido del humor en la secuencia de la fiesta en casa del narcotraficante interpretado por Andy García, o las conversaciones de sabio consejero que mantiene con sus colegas narcos más jóvenes, evidencian una vez más esa veteranía en que pululan por ese ámbito sus creaciones de un actor y director que no entiende de ocasos por mucho que se le avecinen, si tenemos en cuenta su avanzada edad.
Natxo Borràs
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