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Voto de Natxo Borràs:
8
Fantástico. Aventuras A Pelías, usurpador del trono de Tesalia, le ha sido profetizado que Jasón un día volverá y le arrebatará el trono que le corresponde y, que si lo matase, él moriría también. Cuando ese día llega Pelías engaña al héroe haciéndose pasar por noble y diciéndole que el tirano se rendirá si encuentra el místico y misterioso vellocino de oro que se haya en la remota Cólquida. Siguiendo su consejo Jasón organiza unos juegos y escoge como ... [+]
12 de abril de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las joyas más apreciadas del cine fantástico y de aventuras de la historia del Cine, amparada en una época en que los “péplums” y las películas sobre mitología clásica parecían ceñidas en simples superproducciones en que no bastaba la épica ni el espectáculo y que solo se limitaban en recrearse en argumentos más o menos parecidos a los escritos que nos dejaron los antiguos pero enalteciendo el culto al cuerpo como ocurría en muchas de las citas interpretadas por Steve Reeves, como ejemplo rimbombante. En otro terreno cercano, el cine religioso parecía no tener fin recreándose demasiado en la estampa y el panegírico de propaganda moral y todo se amontonaba en un pandemónium de películas algo cansinas que dejaban con la sensación de que se contaban historias ya sabidas.

Pero “Jasón y los Argonautas” merece su punto y aparte porque es uno de los pocos paradigmas en que los efectos especiales prevalecen con el relato a seguir. Hay una armonía entre la aventura que se presenta y lo asombroso que puede resultar caer en su influencia cuando ésta posee los recursos necesarios y adecuados para la situación que se presenta con el fin de asombrar a los presentes. De allí que se mencione antes a Ray Harryhausen que a Don Chaffey (por cierto, respetado director de films tan emblemáticos como “Hace un Millón de Años” (One Million Years B.C., 1966) o la disneyana “Pedro y el dragón Elliott” (Pete´s dragon, 1977).

Harryhausen fue todo un maestro de los efectos especiales hasta el punto que gozaban de protagonismo propio (esas fantásticas criaturas que van desde las aladas arpías o el ejército de esqueletos que Sam Raimi rendiría tres décadas más tarde con la simpática “El Ejército de las Tinieblas” (Army of Darkness, 1992).

Un clásico a tener en cuenta y que ha envejecido por la grandeza de sus inolvidables secuencias.
Natxo Borràs
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