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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama. Romance Un músico muere en un accidente de coche y vuelve como un fantasma a la casa en la que vivía con su mujer. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joven pareja (Casey Affleck y Rooney Mara) viven en una casa en las afueras, a la que acaban de mudarse. Un día, él sufre un accidente de tráfico y muere. Pero al poco tiempo regresa convertido en un fantasma vestido con una sábana, a la casa en la que vivía. Allí simplemente es un sujeto pasivo que contempla la vida de la mujer que ama.

David Lowery dirige esta extraña película de bajo presupuesto, tirando de austeridad narrativa y minimalismo cinematográfico hasta sus últimas consecuencias, y exigiendo al espectador un nivel de complicidad artístico-filosófica que dudo que muchos estén dispuestos a asumir. A mí me pilló por sorpresa, la verdad. Pensé que iba a ver una película en la que no tendría que poner tanto de mi parte.

Antes que nada, me quito el sombrero ante el valor que le ha echado Lowery. No cualquiera se atreve a hacer una película así. A unos les gustará mucho, y a la mayoría les parecerá una tomadura de pelo, pero Lowery ha hecho la película que quería hacer, se ha atrevido con un ritmo narrativo absolutamente inusual y con un guión anodino a más no poder para contar lo que subyace más que lo que se ve. Salí del cine pensando que había visto una mierda de película, tres horas después al recordarla creía que no estaba tan mal, y al día siguiente la tienes en la cabeza y te apetece volver a verla, sin saber muy bien para qué.

Quien, como me pasó a mí, acuda al cine sin saber nada de lo que va a ver, se sentirá desconcertado continuamente. El fantasma no es ningún truco cinematográfico como tantas veces hemos visto, no. Es un tipo con una sábana y dos agujeros a la altura de los ojos. La primera vez que aparece en pantalla no puedes evitar sonreir, te parece una broma, la película es muy seria y de repente el fantasma con la sábana resulta grotesco. Pero a medida que te vas acostumbrando, incluso te gusta que sea así, que tenga esa estética infantil que lo hace más tierno y real, dentro de lo real que puede ser un fantasma.

Pero el desconcierto no se queda en eso. Principalmente desconcierta el tiempo narrativo. Hay escenas inusualmente largas en las que no pasa nada importante. Una pareja besándose en la cama y acurrucándose antes de dormir normalmente se resuelve en cine en diez segundos. Aquí los protagonistas se hacen carantoñas durante dos o tres minutos hasta que se duermen, y al público también le dan ganas de dormirse.

Sin duda, la palma se la lleva la escena de la tarta. La protagonista se sienta en el suelo a comerse una tarta (o una empanada, o algo así redondo que no se sabe muy bien qué es) y se la zampa enterita en un plano secuencia que se hace interminable, seis minutos de plano fijo y ella comiendo, hasta que por fin se levanta a vomitar. Y uno no entiende nada, acostumbrado como está a un tipo de narración, te quedas a cuadros y no sabes si has visto una genialidad o una gilipollez.

Estaba en mi butaca estupefacto y no podía evitar mirar el reloj. Pero al final la cosa empieza a tomar sentido, al menos para mí. Cuando la mujer abandona la casa, la película cambia. Las secuencias largas, aparentemente irrelevantes, dan paso a otras más aceleradas, incluso algunas demasiado, y a elipsis y saltos temporales abruptos. Finalmente, el tono mejora, las cosas que no me cuadraban me empiezan a cuadrar, y terminas entendiendo algo. Pero lo grande es que, al menos en mi caso, no lo terminas de entender del todo hasta que no pasa el tiempo y pensando en le película le vas encontrando sentido. Un sentido muy particular, que quizá no es el que el director quería expresar, pero es el que yo he sacado para mí.

Es como esas canciones que no te dicen nada hasta que un día te fijas y te cambian totalmente la percepción que tenías, o como ese poema que según te pille te parece una bobada o algo sublime. “A ghost story” es poesía en la pantalla, una película difícil, que requiere una audiencia receptiva que sepa entender más allá de lo que se le muestra. Que entienda que no está viendo una película al uso, algo obvio, masticado. Que es una metáfora en imágenes, y como todas las metáforas, hay que entenderlas para poder encontrar un significado.

No la recomiendo en absoluto. Quien se atreva a verla, que se atenga a las consecuencias. Pero también tengo claro que yo seré uno de esos que me compraré el DVD en cuanto salga, para poder verla de vez en cuando.

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keizz
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