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España España · Madrid
Voto de keizz:
6
Comedia. Drama Niko (Tom Schilling) es un joven veinteañero que abandona la universidad y acaba vagando por las calles de Berlín. Celebrada ópera prima, en blanco y negro, que trata sobre el deseo de participar en la vida y la dificultad para encontrar un lugar en el mundo. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2014
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Oh boy” está rodada en blanco y negro y se trata de una obra que sencilla pero bien hecha, se nota que está rodada con el cariño con el que se realiza una ópera prima y eso llega al espectador, que se posiciona a favor de la película, una película realizada con un sobrio minimalismo y la simplicidad de la historia, que narra un día en la vida de un personaje mediocre que vive la vida sin saber cual es el destino de la misma, y que se encuentra permanentemente rodeado de personas que parece que vivan en otro mundo, que hablen un idioma diferente al suyo, y entre las que se siente tan extraño que su único objetivo termina siendo ser capaz de tomarse un café tranquilo, algo que parece fácil y que, en esta película, no es fácil de lograr.

Está muy bien que la película sea en blanco y negro, no solo por lo bien que queda fotografiada Berlín, sino porque también en blanco y negro es la vida de Nico Fischer, una vida gris en la que se encuentra completamente estancado, en lo que sería el típico personaje inadaptado que tantas veces hemos visto en el cine, pero que se diferencia de aquellos en la manera en que da respuesta a esa situación. Nico no es el típico inadaptado rebelde porque el mundo le ha hecho así, que trata de cambiar pero no puede porque los demás le han estigmatizado y termina desarrollando impulsos suicidas como último medio para escapar de una vida hostil. No, Nico es un inadaptado que no lucha por dejar de serlo, que se toma las cosas con una extraña filosofía, que, pese a que todo le sale mal, no se exalta, no pierde los papeles, no grita ni se desespera, termina abandonando todos los escenarios adversos sin hacer ruido, casi pasando desapercibido.

En muchos aspectos, esta película recuerda a otra que vi hace poco titulada “Oslo 31 de Agosto”. Es inevitable que no me la recuerde teniéndola tan reciente. Como en “Oslo…”, aquí la historia transcurre íntegramente en un día en la vida del protagonista. Igual que en aquella, la ciudad en la que se desarrolla (en este caso, Berlín) es un protagonista más del film. Tanto en una como en otra, el protagonista en un chico inadaptado que no ha hecho bien la transición del joven al adulto y no termina de encontrar su sitio en la sociedad. En fin, muchas similitudes. Lo que más diferencia a una de la otra es la forma en la que uno y otro protagonista afrontan esta situación. Mientras que el de Oslo busca salidas y cree no encontrarlas, Nico parece no responsabilizarse de nada. Mientras el de Oslo sufre abiertamente por su situación, Nico encaja los golpes con resignación. Mientras el de Oslo quiere morir porque la vida que a él le gustaría tener es imposible, Nico ni siquiera sabe qué vida quiere vivir.

Y es que esa es la cuestión principal. El protagonista tiene unos treinta años, y pese a tener tanta vida por delante, parece no haber ningún tipo de futuro para él. Nadie confía en él, y es bastante lógico puesto que él mismo es el primero en no confiar demasiado en sí mismo. ¿Qué futuro le puede deparar a alguien que ni siquiera es capaz de conseguir tomarse un café?

Nico Fischer es un rebelde sin causa en una ciudad en la que todo parece estar en su contra. Es una persona que prefiere la soledad, no soporta las ataduras. Se ve claramente en todas las relaciones que tiene. Pero, por otro lado, es tímido y educado, por lo que no le gusta quedar mal con nadie. Todos las relaciones por las que atraviesa a lo largo de la película le son adversas, y con nadie se encuentra cómodo, ni con su novia, ni con sus amigos, ni con su vecino, ni con su padre, ni con su antigua compañera de clase (una exgorda a la que llamaba Julika gordika y que ahora está buena)… hasta el punto de que se encuentra mucho mejor con gente desconocida. Los momentos en los que Nico se encuentra más cómodo son los que pasa con la abuela de un camello y la conversación que tiene con un viejo en un bar.

A pesar de sus problemas, el protagonista de “Oh boy” no se queja de nada, en ningún momento. No utiliza a las personas con las que se va encontrando para que le ayuden, ni siquiera para sentirse comprendido. Al contrario, prefiere escuchar a los demás y tratar de entenderlos. El vive anclado en su desencanto y no parece tener un gran interés por salir de él.

Me gustó bastante la banda sonora, mucho jazz, parecida a la que suele encontrarse en las películas de Woody Allen. Ese estilo.

“Oh boy” está bastante bien para mi gusto, pero tampoco llega muy lejos. Le falta miga, un poco de mala leche no le habría venido mal, un punto de acidez. Le falta mensaje, o, si lo tiene, no cala. Por otra parte, me parece un debut interesante, me cayó bien, me gustó la melancolía que desprende.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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