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España España · Madrid
Voto de keizz:
6
Thriller Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio: una pandilla aterradora de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar (Patrick Stewart), un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido.

16 de junio de 2016
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Ain’t Rights es una joven banda de punk que va de ciudad en ciudad dando conciertos en locales de poca monta. Mediante un conocido, son contratados para tocar en un club situado en un paraje perdido en los bosques de Oregón. Lo que en principio iba a ser un concierto más en un local de tercera categoría se termina convirtiendo en una angustiosa pesadilla al toparse el grupo, en el camerino, con un terrible acto de violencia.

Se trata de la nueva película de Jeremy Saulnier, que se está convirtiendo en un referente en este tipo de cine independiente oscuro, de thrillers de tensión y perversión psicológica. Una cinta que no da respiro. Desde el momento en que los miembros del grupo se encuentran con lo que se encuentran en el camerino, hasta el final de la película, no hay descanso, no hay respiro, todo vuela, todo es vigor narrativo, no hay tregua, los acontecimientos se suceden, la cinta se te pasa en un suspiro y terminas agotado.

“Green room” es como una canción punk. Corta, rápida, directa, violenta, descarnada. Para construir este torbellino de angustia, Jeremy Saulnier ha contado con actores de todo tipo, desde el veterano Patrick Stewart (que consigue crear un personaje inquietante gracias a su tremenda voz y su sabiduría interpretativa) hasta los emergentes Anton Yelchin e Imogen Poots. En este sentido, he de decir que los actores están por encima del nivel de los personajes que interpretan.

Y es que, a mi juicio, el gran punto débil de la película es la falta de desarrollo de los personajes. Nunca llegas a conocer a los personajes que aparecen en pantalla, no sabes quienes son, ni por qué son así. Y sin conocerles es muy difícil empatizar con ellos. Y si no empatizas con ellos, no puedes sentir la angustia ni las sensaciones que se supone que deberías sentir si te pusieras en su pellejo, que es lo que debería haber ocurrido pero no ocurre. Casi te da igual que maten a éste o al otro, total, no sabes quién son, ni te han explicado nada, poco te importa si le pegan un tiro en la cabeza, o si un perro asesino le destroza el cuello, o si se consigue escapar, te da más o menos igual. Este es el gran problema. Demasiada velocidad, demasiado poco desarrollo.

En lo bueno, indudablemente la fotografía que logra crear el clima necesario para la historia, tanto en las escenas de interiores en ese antro tan bien logrado como en los exteriores de ese bosque de Oregón tan turbador, la interpretación de Patrick Stewart, y lo entretenida que resulta, a pesar de estar abarrotada de todos los tópicos habidos y por haber sobre los neonazis y los punks (aunque, sinceramente, no me imagino yo a un grupo de punks preguntándose qué banda musical se llevarían a una isla desierta).

Y esta vez no voy a entrar a valorar la falta de credibilidad de lo que pasa porque en esta ocasión me parece un asunto menor. Evidentemente, si la situación fuera real, y hubiera tres chicos y dos chicas encerrados en un camerino, y afuera hubiera un montón de skinheads queriendo matarles, provistos de todo tipo de armas y de perros salvajes, pues tengo pocas dudas de lo que habría ocurrido. Pero esto es cine.

No obstante, las trampas cinematográficas están bien hechas. Los golpes inesperados funcionan y hay escenas que realmente impresionan. El señor Saulnier conoce bien su oficio y se ve que este tipo de películas las domina. Sabe provocar sensaciones, y su película desborda energía. Es difícil verla sin revolverte en la butaca continuamente.

“Green room” tiene un aire que evoca al cine de serie B de los años ochenta, pero le falta intención y mala leche para atrapar al espectador. No te hace sentir tan mal como otras películas con temáticas parecidas (en películas de supervivencia, mi favorita siempre será “Deliverance”), y se agradece que no haya innecesarias escenas gore.

En definitiva, está bien para pasar un rato entretenido, pero se queda a medias de todo. Los personajes están crudos, no se trata el punk como se debería, no se trata el tema de los neonazis, y a pesar de que la película tenía muy buena pinta en su planteamiento, a la hora de desarrollarla va perdiendo interés, a pesar de que su ritmo y su energía nunca decae.

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keizz
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