Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de keizz:
7
Comedia. Drama Determinados encuentros improbables traen ternura, risas y compasión a un mundo de alienación urbana. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historias que se producen en un edificio de los suburbios de una ciudad francesa. Un adolescente solitario (Jules Benchetrit) que vive con su madre casi siempre ausente hace amistad con su nueva vecina (Isabelle Huppert), una actriz en crisis. En la azotea del edificio aterriza un astronauta (Michael Pitt), que mientras espera ser rescatado por la NASA se queda a vivir en casa de la señora Hamida (Tassadit Mandi), una señora de origen marroquí que le acoge y le cuida como si fuera su propio hijo. En el primer piso vive Sternkowitz (Gustave Kervern), aislado en su silla de ruedas, una noche conoce a una enfermera (Valeria Bruni-Tedeschi) y para conquistarla se hace pasar por fotógrafo de National Geographic, como Clint Eastwood en “Los puentes de Madison”.

Película del director francés Samuel Benchetrit, “Asphalte” (traducida al castellano como “La comunidad de los corazones rotos”) conquista al espectador con su escena inicial en la que la comunidad de vecinos aprueba comprar un nuevo ascensor con la negativa del señor Sternkowitz, quien se niega a pagarlo porque él vive en el primer piso y no lo necesita. A partir de ahí, se centra en las tres historias cruzadas que transcurren en el edificio, derrochando humor negro, ternura y cierto surrealismo.

Se trata de una película pequeña, de pocas pretensiones, muy original y absolutamente surrealista. Basada en una novela del propio director, uno pensaría más bien que estaba basada en un comic, dado lo disparatado de su trama. Son tres historias sobre tres parejas. Parejas que se forman a lo largo de la película. Tres hombres y tres mujeres y la relación que van fraguando entre sí. Tres hombres y tres mujeres solitarios, aunque no por vocación, sino porque la vida les ha conducido a la soledad.

El astronauta, solitario a la fuerza en su nave, se empareja con la señora que está sola desde que su hijo ingresó en prisión. Ni el astronauta americano habla francés ni la señora habla inglés, pero la necesidad que tienen el uno del otro hace que se entiendan y sean capaces de darse cariño y así hacer más llevaderos sus respectivos momentos de desamparo.

El adolescente solitario que conoce a la solitaria señora que se acaba de mudar al piso de enfrente. Le despierta curiosidad y ella, cansada de la vida y refugiada en el vodka, se recrea sintiéndose admirada como antaño, aunque sea por un único espectador. Un día fue famosa (o eso cree ella) y el vacío que siente ahora sin un papel que representar lo puede llenar su incipiente admirador. Quien a su vez también gana la compañía de alguien que le saque del aburrimiento de su desierto hogar y de su madre ausente.

Por último, la soledad más evidente. La del hombre en su silla de ruedas viéndo películas de amor. De la enfermera poco sabemos, pero la interpretación de Valeria Bruni-Tedeschi nos informa de una soledad dolorosa que la hará capaz de creerse que ese tipo en silla de ruedas puede ser fotógrafo de National Geographic con su cámara Polaroid.

Benchetrit nos plantea que todo puede ser una historia. Dentro de los edificios más feos, en los barrios más desfavorecidos, vive gente aparentemente gris, en cuyas vidas no pasa nada. Gente desorientada, solitaria, aburrida, para quienes vivir parece un castigo. Pues bien, en esas vidas también suceden cosas dignas de ser contadas. Es más, las cosas más increíbles les suceden a ellos, y se convierten en creíbles. Esos edificios en los que se hacinan los perdedores sociales, también son nidos de sueños, allí también germinan los deseos, la vida allí también late con fuerza.

Acompañando a tanta ternura y emotividad, Benchetrit introduce el humor como arma principal. Desde el principio hasta el final, las peculiaridades de los personajes y sus situaciones se ven desde un prisma humorístico que evoca el cine de Jacques Tati, especialmente en determinados pasajes.

Resulta curioso que en una película tan poco ambiciosa se haya reunido el elenco de actores que aparecen en “Asphalte”. Llama poderosamente la atención la presencia de Isabelle Huppert, una de las mejores actrices del mundo, que además nos deleita con una escena sensacional en la que hace de actriz que actúa mal al interpretar una escena y poco a poco va mejorando hasta conseguir bordarla. También sorprende la presencia de Michael Pitt, un actor consagrado que hace un papel menor en una película menor. Incluso Valeria Bruni-Tedeschi (magnífica en las tres escenas que tiene) es una actriz cuyo cartel supera al de esta película de autor.

Sin duda, las interpretaciones son lo mejor del film. Todos los que he nombrado están a un gran nivel, pero me van a permitir que me quede con Tassadit Mandi, que realiza una interpretación conmovedora y fue capaz de llegarme como pocas veces lo ha hecho alguien en la pantalla.

Quizá se puede acusar a “Asphalte” de ser excesivamente bienintencionada. Puede ser. Que destila demasiado buen rollo. Pues sí. Pero a mí personalmente no me molestó. Porque la película tiene mucha naturalidad y eso hace que cale en el espectador. Hasta el punto de que no te importen las situaciones inverosímiles, o que las historias que cuenta sean aparentemente banales. Uno se engancha y sigue con igual interés las tres historias, y solo eché en falta algo más de humor en los desenlaces finales.

Drama, humor y ternura, es una mezcla a la que no puedo resistirme.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow