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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció. (FILMAFFINITY) [+]
16 de febrero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía al director de esta película, Kenneth Lonergan, y he de decir que me ha impresionado positivamente. Nos relata un drama terrible con una contención poco habitual en este tipo de películas. Cuando la trama invita a que el director busque la lágrima fácil, Lonergan apuesta por la sobriedad. En esta película no se llora, pero te desgarra por dentro. No es un drama lacrimógeno, es un puñetazo en el alma.

Al principio se nos muestra la rutinaria e insustancial vida de Lee, un tipo amargo que parece que vive porque no tiene otra cosa que hacer, y poco a poco, mediante flashbacks, vamos entendiendo los motivos de su comportamiento. Toda la película está enfocada desde el punto de vista de Lee. Tan deprimente como es su vida lo es también el aire que se respira en el film. Todo sucede y se siente del modo en que Lee ve y siente las cosas, y su profundo e incurable dolor es lo que reviste toda la obra.

Lonergan no solo usa los flashbacks para informarnos de las causas de la actitud de Lee, lo hace también para que nos pongamos en su lugar. Estos flashbacks son la voz de los silencios de Lee, y nos traducen lo que su triste mirada significa en realidad. Cuando los hechos reales estimulan a Lee del modo que sea, estos recuerdos que se nos muestran en la pantalla nos sirven para comprender su pensamiento, ya que sus palabras nunca aclaran nada. En realidad nunca quiere hablar de nada, siempre dice “ahora no es momento para hablar”, siempre trata de eludir las conversaciones. Conversar implica tener que pensar y pensar es revivir cosas de las que precisamente Lee huye desde hace años.

Lee no encuentra consuelo en nada ni en nadie. Y tampoco lo quiere. La vida de Lee consiste en que pase el tiempo. Cuanto más tiempo esté en soledad, mejor. Cada día es simplemente un día menos que falta para la muerte. El hecho de tener que cuidar de su sobrino es un pequeño aliciente que le da un motivo para levantarse por las mañanas, pero tampoco le cura ni le arregla la vida. Eso sí, tanto el tío como el sobrino se entienden perfectamente puesto que ambos sufren por la pérdida de personas trascendentales en su vida. Lee tiene que proteger a su sobrino, protegerle de su dolor y tratar de que su futuro sea el mejor posible, pero eso es algo difícil para quien el futuro es algo insufrible, el presente un drama, y el pasado un puñal.

Como digo, todo gira alrededor de Lee en la película y todo lo vemos a través de él. Pero Lonergan no nos facilita la tarea de empatizar con él. Un personaje tan reservado, tan silencioso, que verbaliza tan poco sus sentimientos que parece no tenerlos, no resulta sencillo ponerse en la piel de alguien que se niega a mostrarse. Hay muy pocas escenas en las que la armadura emocional de Lee muestre alguna rendija por la que filtrarse algo de lo que anida en el alma del protagonista.

Para un papel así, Casey Affleck era el intérprete perfecto. Es innegable que borda el papel y consigue dar credibilidad a un personaje tan antipático con la vida como la vida lo ha sido con él. Si tienes sensibilidad, Affleck construye un personaje que logra penetrar en ella y agitar rincones de tu interior que no sabías que existían. Un magnífico trabajo el suyo. Tanto, que parece que no interprete, sino que nos creamos que él es así realmente.

También resulta muy creíble el personaje interpretado por Lucas Hedges. Ese chaval que se queda huérfano en plena adolescencia, con una madre desequilibrada y ausente, y un tío que se convierte en su tutor completamente amargado y encerrado en sí mismo. No es extraño que tome el camino del hedonismo y la indolencia, aderezado con la dosis de rebeldía propia de su edad. Con lo que le ha tocado vivir cuando aún no se ha convertido en adulto y la incertidumbre de su destino, no parece raro que pase el tiempo intentando acostarse con chicas y tocar la guitarra.

Y en el tema de los actores, no podemos olvidarnos de Michelle Williams, que en las pocas escenas que tiene demuestra que es una actriz inmensa, capaz de dotar de credibilidad a cualquier personaje que interprete, no importa el registro que tenga que lograr. Yo siempre que la he visto me ha convencido, y ya van unas cuantas veces así que no creo que sea casualidad.

La película me parece magnífica, pero siempre se le pueden buscar cosas negativas. A mucha gente le parecerá lenta, y que la trama no va a ningún lado. A mi no se me hizo larga, pero si le tengo que sacar algo mejorable diría que la película se centra demasiado en el personaje de Lee. Me hubiera gustado saber más de personajes como el de la mujer de éste, o el de la inestable mujer de su hermano. Y también es verdad que recurrir al Adagio de Albinoni o al “Mesias” de Haendel para envolver ciertas escenas parecen recursos fáciles (y tal vez lo son) pero oye, queda tan bien…

En definitiva, “Manchester frente al mar” me ha parecido un auténtico peliculón. Te emociona de verdad. Su historia no es nada del otro mundo, pero impresiona el modo en que muestra hasta qué punto puede afectar el sentimiento de culpa y cómo algunas heridas no cicatrizan nunca, cómo algunas cosas no puedes terminar de superarlas por mucho tiempo que vivas. Además, me gusta mucho porque derrocha emotividad pero a la vez esquiva continuamente las opciones sensibleras. No hay fuegos artificiales para provocar el llanto. No es una película que te saque lágrimas, pero es de las que se te quedan dentro.

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keizz
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