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España España · Madrid
Voto de keizz:
7
Comedia. Drama Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra del Gobierno, y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrar su nombramiento. Sin embargo, lo que comienza como una celebración terminará de la manera más inesperada. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra, y para celebrarlo da una fiesta en su casa junto con su marido Bill (Timothy Spall). A ella acuden varios amigos: April (Patricia Clarkson) y su marido Gottfried (Bruno Ganz), la pareja lésbica formada por Martha (Cherry Jones) y Jinny (Emily Mortimer), y Tom (Cillian Murphy) que acude solo, avisando de que su mujer, Marianne, llegará más tarde. La reunión comienza siendo una celebración pero empiezan a surgir confesiones que harán que termine siendo una velada trágica.

Sally Potter dirige esta película de planteamiento poco original (reunión de amigos en las que empiezan a salir trapos sucios y acaban como el rosario de la aurora ya hemos visto unas cuantas), con estructura teatral y particularidades reseñables como el uso del blanco y negro (apoyado en una fotografía excelente) que le da un toque clásico que queda muy bien, y su metraje inusualmente exiguo (apenas 70 minutos de película, prácticamente un mediometraje).

En este tipo de películas de estructura teatral, en mi opinión hay dos elementos claves: los personajes y los diálogos. Si los personajes están bien construidos y tienen interés, y los diálogos son buenos, para mí casi siempre funcionan. Y en este caso, a mí me gustó porque esos dos elementos me parecieron bien logrados. Incluso diría que los diálogos son demasiado buenos. Tanto, que se hacen poco creíbles de tan buenos que son. La gente, por inteligente que sea, no suele improvisar frases tan brillantes.

Potter elabora una comedia mordaz, que empieza ya con el mismo título (“Party” en inglés significa fiesta, pero también partido político), en la que critica con un humor afilado e inteligente a la clase política, a la sociedad moderna, la amistad y sobre todo a las relaciones de pareja. Una película que sabe reirse de las cosas serias, con ese humor británico tan característico que no todo el mundo capta.

No es normal tomarse a broma la política, la maternidad, el feminismo, el adulterio, la enfermedad, y mucho menos la muerte. Sin embargo, Potter se permite hacerlo con brillantez. Cuando te quieres dar cuenta te encuentras metido en aquella casa riéndote con situaciones que no tienen nada de cómicas en sí mismas, pero que tratadas con esos diálogos sutilmente lacerantes no puedes evitar que lo parezcan.

Toda la película se desarrolla en la casa de Janet. En la cocina, en el jardín y en el baño se van generando subtramas, con conversaciones de parejas aparte, o de unos pocos que hablan en privado, y al final todas esas pequeñas subtramas convergen en el salón, que es el escenario central en el que todo estalla.

Como dije antes, es clave que los personajes estén bien perfilados y tengan interés, y en esta película esto se produce. Muy poco tiempo después de conocer a cada uno de ellos ya sabes cuales son sus características. Pero para que los personajes funcionen, no solo tienen que estar bien perfilados y desarrollados en el guión, es imprescindible que también estén bien interpretados. Y a fe que Sally Potter ha sabido poner cuerpo a cada uno de ellos, rodeándose de un reparto deslumbrante.

De entre todos, para mí destaca Patricia Clarkson, con un carisma arrebatador mezcla de Lauren Bacall y Bette Davis, interpretando a April, creando un personaje de mujer cínica, absolutamente ácida y sugerente, te hechiza con su voz y su presencia de principio a fin. El resto, un peldaño por debajo, pero todos bien. Kristin Scott Thomas (a la que no recuerdo una interpretación floja) aguanta los primeros planos con una solvencia digna de todo elogio. Bruno Ganz está perfecto haciendo contrapunto a todos sus compañeros de reparto (es el único extranjero, y el único que parece estar fuera del sistema). Cherry Jones está perfecta en el papel de lesbiana recia que se desmorona con una frase conmovedora. Timothy Spall brilla en su papel de personaje taciturno y sorprendente. Por su parte, Emily Mortimer y Cillian Murphy cumplen bien con sus roles (ella, la lesbiana frágil; él completamente desquiciado por el dolor).

Con algunas frases para el recuerdo, la película se pasa en un suspiro (aunque durando 70 minutos esto no tiene mérito). Parece mentira que en tan poco tiempo, Potter sea capaz de tratar tantos asuntos y de dar tanta caña, incluso diría que a dejar en paños menores al ser humano actual, en el que hay una gran diferencia entre lo que se aparenta y lo que en realidad somos. La película es divertida si la vemos desde fuera, pero deprimente si nos vemos reflejados en ella.

Película no recomendable para todos los públicos. No todo el mundo responderá igual ante el ingenioso humor y las mastodónticas dosis de ironía que hay en sus diálogos. Un film que no tiene piedad con sus personajes, a los que deja en pelotas para que percibamos su miseria moral, que en el fondo es la nuestra. Quizá por eso terminamos tomándoles cariño y disfrutando la paradoja de reirnos de cosas que no tienen gracia, salvo que les pasen a otros.

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keizz
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