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España España · Madrid
Voto de keizz:
7
Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
30 de marzo de 2014
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Pawel Pawlikowski y protagonizada casi exclusivamente por Agata Trzebuchowska (Anna / Ida) y Agata Kulesza (Wanda), rodada en blanco y negro y premiada en varios festivales. He de decir que es mi primer contacto con cualquiera de ellos, ya que ni había visto ninguna película de este director, ni tampoco conocía a las actrices, aunque en el caso de Agata Trzebuchowska es normal puesto que debuta en el cine con este film. Y por una parte me apetece ver más películas suyas porque es muy guapa, pero por otra no tengo ganas de volver a escribir su apellido, que tardo varios minutos en hacerlo.

Mi impresión general de la película es contradictoria. Hay cosas que admiro y otras que me parecen flojas. Es innegable su calidad artística, pero a mí me dejó un tanto frío. Tal vez tenía las expectativa más altas de lo debido, pero el caso es que se me hizo un tanto sosa, no disfruté como debería. Posiblemente por mi culpa, tal vez no estaba en el momento adecuado para una película como ésta.

Me gustó bastante la manera en que se retrata la Polonia de 1960, las imágenes de la ciudad mientras ella va en tranvía, o los pueblos, el estilo de vida, me parecen muy logradas. En cambio, me esperaba una mayor inmersión en el tema histórico, más profundidad en el asunto de los judíos polacos en la época nazi. Se toca de un modo demasiado poco explícito, a mi juicio, tienes que ser un espectador muy puesto en el tema para captar los matices.

Los personajes y Polonia parecen tener muchos puntos en común. Igual que Polonia, las protagonistas del film parecen condenadas al ostracismo, una de ellas recluida en un convento, con un pasado oscuro; la otra amargada por su pasado y sin ninguna esperanza en el futuro. Hasta la cámara parece dejarlas en un segundo plano, ya que a menudo el escenario es más parte central de los encuadres que ellas mismas, arrinconadas en la imagen. Igual que Polonia, ellas buscan su identidad, revisan su pasado, tratan de dar sentido a su existencia.

La realidad que nos muestra la cámara de Pawlikowski es fría en su aspecto formal, como digo da preponderancia a los escenarios sobre los personajes, y nos ofrece un protagonista más: el pasado. El pasado está presente en todo momento, desde la elección del blanco y negro hasta la propia participación del pasado en la historia. Las protagonistas buscan el pasado, y el pasado a su vez las acecha y las ataca como en la canción de Serrat de "Aquellas pequeñas cosas". Tal vez por ello, esos encuadres tan raros, con las protagonistas en un rincón, quizá es la forma que tiene Pawlikowski de dejar sitio en el encuadre al pasado, principal protagonista de la película.

En cuanto a las protagonistas de carne y hueso, bastante bien las dos. Especialmente Agata Kulesza que borda el papel de la tía Wanda, una mujer amargada, con una gran tormenta en su interior, pero fascinante, frágil y misteriosa. Por su parte, Agata Trzebuchowska (al final lo terminaré por aprender a escribir) realiza también un gran trabajo, especialmente si tenemos en cuenta que es nueva en esto, con su rostro inflexible aunque altamente expresivo. Ambas forman una buena pareja interpretativa.

El ritmo es lento. A mi juicio, excesivamente. Es cierto que la trama pide un ritmo pausado, pero me parece que los ochenta minutos escasos que dura no deberían hacerse largos, y sin embargo se hace notar esta premiosidad narrativa. Otro punto en su contra, aunque repito, puede que sea cosa mía.

El retrato de la Polonia de principios de los 60 cobra mayor realismo debido a las condiciones técnicas de la película. Además de estar rodada en blanco y negro, el formato de pantalla es el 4:3, lo que da una mayor sensación de antiguo a lo que ves. No obstante, hay que admirar y alabar el trabajo de fotografía, fantástico, que hace que la atmósfera de aquella época gris te atrape.

No cabe duda que es una película europea con denominación de origen. Tonos grises, encuadres arriesgadísimos, mucha cámara fija, no hay música para subrayar situaciones (hay música, y muy bella, especialmente la de John Coltrane, pero no se usa para resaltar nada, no suena de fondo, sólo si ponen un disco, o están en un bar donde unos músicos tocan), y silencios prolongados. Silencios grises, si es que el sonido tiene color, la ausencia de él tiene que ser gris. Lo que digo, europea por los cuatro costados. Los americanos jamás se atreverían a hacer una película así.

Cuando la búsqueda de Ida y su tía concluye, la única posibilidad es mirar hacia adelante, volver al presente, a las respectivas realidades de cada una de ellas. La tía Wanda, antigua jueza, a lidiar con su madurez, que cada día le amarga más. Por su parte, Ida tiene toda la vida por delante, y la excesivamente temprana responsabilidad de tener que tomar decisiones cruciales acerca del camino por el que transitar en su vida.

Como digo, buena película pero incompleta. Difícil que llegue a ti. Hay que poner mucho de tu parte. Tienes que ir tú hacia ella, en lugar de lo contrario. Recomendada para aquellos que disfrutan de la exquisitez formal, siempre que estén avisados de que se necesitan unos mínimos conocimientos culturales para entender bien el planteamiento de la película y poder digerir adecuadamente lo que nos brinda.

En cualquier caso, interesante, sin duda.

Artículo completo y reflexiones adicionales en http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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