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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Comedia Jake llega a la Universidad de Texas en su deportivo, con las ventanillas bajadas y la música a todo volumen. Quedan sólo unos días para que arranque el curso, pero piensa aprovecharlos conociendo chicas, yendo a fiestas y haciendo amigos. Secuela espiritual de Dazed and Confused, ambientada en los años 80. Los protagonistas, un grupo de jugadores de béisbol a punto de ingresar en la Universidad, son conscientes de que las obligaciones ... [+]
7 de julio de 2016
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película relata el fin de semana previo a comenzar las clases en la Universidad, en 1980, por parte de un grupo de jugadores de béisbol, en ese punto en que se transita de la diversión de la adolescencia a las obligaciones de la edad adulta.

Jake (Blake Jenner) llega a su alojamiento en la Universidad con su cajón lleno de vinilos y se encuentra con sus compañeros de casa y de equipo de béisbol. Allí pasará el fin de semana previo al comienzo del curso. Este es el irrelevante argumento de la histora que Richard Linklater ha utilizado para crear, una vez más, una película que es puro costumbrismo. Disfrazada de película de adolescentes, “Todos queremos algo” es un film más bien para quienes eran adolescentes en 1980. De hecho, parece mentira que la película no sea de esa época, de lo bien hecha que está.

Más allá de gustos personales, hay que reconocerle a Linklater la capacidad para hacernos reflexionar sobre el paso del tiempo y para hacernos revivir los buenos momentos de la vida, para capturar una época añorada con toda nitidez y pasarla durante dos horas por delante de nuestros asombrados ojos. Tras la apariencia de la típica película de universitarios, el director desgrana con pasmosa eficacia todo el catálogo de sentimientos y actitudes de la época que retrata. La transición de la adolescencia a la edad adulta y la transición de los años setenta a los ochenta quedan plasmados a la perfección en este film que da mucho más de lo que promete.

El retrato generacional que hace Linklater refleja con gran solvencia el espíritu de esos primeros años 80. Es una mirada tierna y evocadora a aquella irrepetible época individual, y a aquella década tan especial, se nota desde el primer fotograma que Linklater ha puesto muchas dosis de cariño en este proyecto.

La música es una parte primordial en la película. Era inevitable. La música de finales de los setenta y principios de los ochenta es pura historia de nuestra sociedad. Además, la música es algo absolutamente clave para cualquier chico de 20 años que tenga un desarrollo normal. Siempre es importante la música, pero a ciertas edades es sencillamente fundamental. Ya en la primera escena, en la que se ve a Jake conduciendo su coche, mientras suena por la radio el mítico “My sharona” de los Knack. La presencia de la música de la época es constante. No sólo por lo que suena, sino por las referencias que se hacen (uno de los chicos abandona la casa y deja como despedida un porro y un álbum de Pink Floyd).

Canciones que suenan, que recuerde así de memoria: la citada “My Sharona”, el “Rapper’s delight” en una escena cojonuda en la que lo cantan los chicos en el coche al estilo “Wayne’s world”, “Heart of glass” de Blondie, “I want you to want me” de Cheap Trick, “Good times roll” de los Cars, “Hand in hand” de Dire Straits, y por supuesto “Everybody want some!!” de Van Halen, entre otras muchas.

Los actores, todos muy poco conocidos, están excelentes y aportan naturalidad y credibilidad a la película. Atención a nombres como Blake Jenner, Glen Powell, Ryan Guzman, Wyatt Russell o Tyler Hoechlin, así como la encantadora Zoey Deutch, porque dado el nivel que muestran en esta película pueden dar mucho que hablar en el futuro.

El ritmo narrativo es espectacular, apropiado para este tipo de películas, y los diálogos también son excelentes, algo que es fundamental para que esta clase de films funcionen. En ocasiones da la sensación de que los protagonistas hablan y actúan sin guión, la sensación de naturalidad es absoluta.

Al contrario de lo que suele ocurrir en otras películas de este estilo, los protagonistas gastan bromas y se divierten sin parecer trogloditas, ni estúpidos. Linklater ha puesto cuidado en esto. No resultan desagradables sino todo lo contrario, uno se encariña de ellos y da un poco de rabia que se acabe la película sin saber qué será de cada uno de ellos en el futuro.

“Todos queremos algo” es una película tremendamente entretenida, eso por supuesto, pero es mucho más que eso. Es muy divertida, es entrañable, es una lección de cine, de cómo captar la esencia de ciertas épocas de la vida que nos marcan para siempre. Es una pequeña joya inesperada, que nos ofrece mucho más de lo que parece. Fui a verla para pasar el rato y salí rejuvenecido, si hubiera visto una discoteca habría entrado en ella.

Es una película optimista y vital. No se puede hacer más con menos. Es un canto a la amistad, a la vida, a esa sensación que una vez tuvimos de que teníamos tanta vida dentro que íbamos a explotar. Un canto al descubrimiento, a la diversión, a esos valores que una vez tuvimos cuando no estábamos sujetos a tantas circunstancias sociales. A la música, cuando la música era importante. Cuando cada día era una fiesta.

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keizz
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