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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Melli:
6
Bélico. Drama Un grupo de reclutas se prepara en Parris Island, centro de entrenamiento de la marina norteamericana. Están bajo las órdenes del sargento Hartman, duro e implacable, cuya única misión en la vida es endurecer el cuerpo y el alma de los novatos, con el objetivo de que en el futuro puedan defenderse del enemigo. Pero no todos los jóvenes están preparados para soportar sus métodos. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2007
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vietnam fue motivo de innumerables películas, algunas de ellas notables, en las cuales el director mostraba de una manera distinta prácticamente lo mismo: la destrucción en sus diferentes formas y etapas.
Apocalypsis Now, Corazones de hierro, El Cazador y Platloon son sólo algunos ejemplos de como directores de los más destacados se tomaron su tiempo para dedicarle una película a la guerra. Y La chaqueta metálica es sólo otro ejemplo.

En esta ocasión el turno fue para Stanley Kubrick, justo treinta años después de que el genio inglés nos mostrara su visión de la Segunda Guerra con la fantástica Senderos de Gloria, y si bien no logra igualar ni de lejos aquella obra maestra del 57, La chaqueta metálica consigue ser al menos una película que dejará conforme hasta al más pesimista.

La película es, desde luego, una sola, y sólo una historia (desde el punto de vista del soldado Guasón), pero inevitablemente debe dividirse en dos partes muy diferentes: primero en el campo de entrenamiento, y luego en el campo de batalla.
La primera de ellas nos ofrece una perspectiva distinta del Cuerpo de Marines de USA, y mediante un humor negro hilarante y entretenido, entremezclado con el conflicto interno de un soldado poco útil, más al agregado de un final anunciado poro espectacular, es indudablemente el plato fuerte del filme. La manera en que Kubrick nos muestra como se transforma a un soldado en una máquina de guerra no tiene nombre, es sencillamente magistral.
La segunda hora es, especialmente al comienzo, bastante más floja. Excepto las escenas finales con el francotirador vietnamita como centro de escena, no hay muchas emociones, más allá de lo siniestro que siempre resulta ver morir tipos en un campo de batalla.

Párrafo aparte para la fotografía de Douglas Milsome, que seguramente ayudado por el gran fotógrafo que supo ser Stanley Kubrick, logró una producción mucho más avanzada que la mayoría de las pelis de ese entonces (veinte años atrás.
Melli
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