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España España · Alcalá de Henares
Voto de DavidHitch:
7
Drama. Ciencia ficción Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra... (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién acabada de ver, es ciertamente difícil no mandar al saco de 'deplorables' la última película de Lars von Trier. Este director no plantea al público un acercamiento dulce y gustoso a sus obras de arte. No permite un camino llano y agradable, ya que incluso el 'tajetapostalismo' de numerosas escenas lo lastra con ese irritante tambaleo de la cámara o con planos claramente desenfocados.

¿Que propone, pues?
Algo difícil, creo yo, donde el disfrute se puede alcanzar mediante un esfuerzo en el que el espectador tiene que añadir algo de sí mismo para su compresión, para convertir lo que aparece en la pantalla en algo con sentido, ya que por sí mismo no lo tiene.

Lars von Trier nos muestra una calamitosa sociedad a través de la celebración del banquete de una boda. Pero el esperpento comienza ya incluso antes del banquete con la limusina por el camino rural. Desde ese momento, ya tenemos pistas para interpretar todo lo que vendrá a continuación.

La novia fuera de contexto, el novio infantil, la ridícula relación entre ambos, el ansia de la hermana, la frustración del marido de ésta, lo arisco de la madre, lo desordenado del padre, la prepotencia del jefe, la idiotez de su sobrino, la candidez de los criados... La idiotez en general de todos los personajes de la película, embarcados en ese teatro exageradamente ostentoso que es la celebración de la boda.

Pero Lars von Trier no se conforma sólo con eso. Quiere incluir también al espectador entre los idiotas, o si no, ¿a qué viene lo del planeta amenazante? Que una película de autor, con premios europeos, sea menos rigurosa científicamente que Armagedon, de Bruce Willis, sólo puede ser algo deliberado.

Con la ignorancia cabalgante a la que nos abocan los medios de comunicación hoy en día, el hecho de elegir el cuerpo celeste equivocado quizás haya pasado desapercibido entre muchos espectadores, quienes se habrán querido conformar con la azulada tarjeta postal donde es presentado. La patada que le pega a la astronomía y a la física parece no remover al espectador de su asiento.

No basta, como ya digo, con los personajes de la película. Lars von Trier -y quizás por esto se recordará esta obra- introduce al público, al espectador, entre ese elenco de evidencias humanas del mal estado de nuestra sociedad.

Por eso, por presentarnos una sátira, en parte buñuelesca, de nuestra sociedad, para la que se sirve del propio público, considero que esta película conocerá mejor reconocimiento dentro de unos años, cuando como sociedad seamos capaz de mirar al pasado -cosa que no podemos hacer con el presente- y comprenderlo y contemplarlo, y comprendernos y contemplarnos, con más detalle y complejidad de lo que podemos hacer hoy.

Con Buñuel, eso no pasa. Él hacía películas satíricas hace 50, 40 o 30 años sobre aquellas sociedades, que hoy en día, y en gran parte no antes, son comprendidas y admiradas. Por la distancia, nada más, me quedo con el maño.
DavidHitch
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