Notable propuesta de Jaime Chávarri sobre el mito de Camarón que rehuye del visceralismo y de la pasión que se le presuponía a la cinta y que es realizada desde el máximo respeto hacia la figura del artista y, por tanto, algo alejada del plano sentimental de un personaje que en esencia era todo fuego. Aquí, en Euzkadi, Camarón es tan conocido como los osos polares en pleno Sahara, aunque todo el mundo había oído algo de vez en cuando. Y la verdad...

...es un puto genio. ¿Y el Paco? Pues sí. Qué también!! Qué uno se queda repantingado en el sofá viendo a esos dos monstruos tocando música y no se pregunta si le gusta o no el flamenco, sino de dónde coño me bajo alguna cancioncilla de los locos estos. ¿El Patxi tendrá algún compact de la pareja? ¿Quizá Mikel? ¿O Koldo? Y conoces la respuesta de antemano: nanai. Así que navegando un poquito por estas redes de dios, me he autodesvirgado en el tema Camarón. Y aunque su sonido está en las antípodas de mis gustos musicales más bien nórdicos, me postro asombrado ante la exquisita pericia de Camarón y también, como no, del gran Paco de Lucía.

Supongo que será complicado contentar con esta película a los fans del cantautor o a los puristas del flamenco, y por ello aplaudo el ejercicio del formidable Oscar Jaenada, quien consigue acercarme ese desconocido mito vistiéndolo de una naturalidad difícilmente superable. La parte de la desintoxicación me causó un nudo en el estómago al establecer Jaime Chávarri una entonada combinación de planos, dialógos y secuencias que inducen a la empatía por el desdichado Camarón. Yo no tengo ni repajolera de música flamenca ni de cante jondo, pero uno siempre sabe discernir el grano de la paja. Y creo que Camarón fue uno de los granos más gordos. Salud!!