Algo parecido a eso dice De Niro en la película. Y quizá sea por eso que no me ha gustado (excesivamente) la película. Mis expectativas eran demasiado altas. Buried, Concursante y 15 días me hicieron creer que Rodrigo Cortés mejoraba a cada paso que daba. O quizá mis sentidos me han engañado y no he comprendido la película. Todo es posible.

¿Todo es posible? No, que va. Porque existen reglas. Son pocas y algunas de ellas se pueden sortear, pero otras no, nunca. Si en una película sobre el mundo del motor actual, haces aparecer en la última escena un coche volador que, se supone, da sentido al resto del film, los espectadores no sabrán a qué atenerse. Las bases de la película tienen que ser sentadas en el transcurso de la misma. Una película de ciencia-ficción tiene que serlo antes del final. Por muy extraña que sea una película de David Lynch se aprecia durante todo el metraje.

Aunque sí que saqué algo en claro de la película. Mientras volvía a casa andando y reflexionaba sobre lo que acababa de ver, una farola comenzó a parpadear y levanté mi mirada pensando que iba a estallar o algo parecido. Acto seguido e instintivamente me llevé las manos a los bolsillos:

-Menos mal. Cortés no me ha robado el móvil. ¿Dónde he puesto la cartera?