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España España · bilbao
Voto de ernesto:
8
Drama Cuenta la historia de dos adolescentes que salen de su aldea y a los que pronto se suma un chico indígena. Juntos vivirán la terrible experiencia que padecen millones de personas, obligadas por las circunstancias a emprender un viaje lleno de peligros y con un final incierto. En el camino aflora la amistad, la solidaridad, el miedo, la injusticia, el dolor. (FILMAFFINITY)
16 de diciembre de 2013
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces que la modestia y las buenas intenciones de una película que se acerca a temas sociales de dolorosa actualidad, nos puede llevar a confundir una vulgar y olvidable colección de tópicos con el buen cine. Este era el temor principal ante una película como La jaula de oro, ópera prima del español Diego Quemada-Díez, que comienza su andadura como director tras muchos años trabajando como operador de cámara para gente de tanto renombre como Ken Loach, Oliver Stone o Alejandro G. Iñárritu.
Afincado en México desde hace muchos años Quemada-Díez ha querido acercarse en su primera película a un tema tan espinoso como es el de la inmigración. Un asunto que siempre está de triste actualidad, bien sea en las costas del sur de Europa, o en la frontera entre México y los USA. En este caso, y con un notable conocimiento de la situación, La jaula de oro se acerca al problema de los emigrantes guatemaltecos que quieren llegar a Estados Unidos, pero para ello tiene que vivir previamente otra odisea, tanto o más peligrosa, como es atravesar el territorio mexicano.
La historia comienza en un suburbio guatemalteco, cuando tres adolescentes deciden emprender el duro viaje hacia la (supuesta) libertad, que ha de llevarles hasta los Estados Unidos , atravesando primero todo México. Uno de ellos es una chica que debe hacerse pasar por chico para que su camino sea más fácil. Uno de los tres decide abandonar el viaje ante los primeros contratiempos. Por contra, se suma al grupo otro chaval de origen maya y que no habla español. De esta forma Juan, Sara y Chauk emprenden un viaje tan duro como, por momentos, aterrador, en el que la lealtad y la amistad serán definitivos a la hora de mantener la ilusión por un futuro mejor al otro lado de la frontera. Un futuro tan esperanzador como, en el fondo, imposible.
Diego Quemada-Díez, que además es uno de los tres autores del guión, se acerca a la historia con una dureza extrema, mostrando, sin concesiones, todas las penurias por las que estos tres chavales tienen que pasar antes de alcanzar su objetivo. Pero su visión, lejos de caer en un dramatismo extremo, más sensacionalista que necesario como ocurre en otras historias, resulta casi pudorosa, y de una honestidad que llega a conmover. Es cierto que los protagonistas sufren, pero la película no se regodea en ello, más bien al contrario, nunca abandona un tono de esperanza, triste, pero ilusionante. La jaula de oro es una película cuyos personajes, apenas adolescentes, siempre miran hacia delante, y con ellos, nosotros, los espectadores, no podemos evitar contagiarnos de esa fuerza que los impulsa, pese a todo, a conseguir su objetivo.
Sin grandes alardes, el director pone la cámara a la altura de los ojos de sus protagonistas, para mostrar una tremenda realidad, de la que solo en alguna ocasión se permite el lujo de extraer unas pequeñas, pero necesarias, gotas de poesía que dicen mucho de su sensibilidad como cineasta. De esta forma La jaula de oro se convierte en una ópera prima madura y serena, sin excesos ni estridencias, que consigue dejarte conmovido en la butaca.
ernesto
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