Si se toman los pasajes bíblicos más truculentos (los hay a porrones, ya que la Biblia debe ser uno de los libros más sangrientos que se hayan escrito nunca) y se les despoja del contexto más puramente religioso, tratando las parábolas de ángeles caídos y demás como una mera historia de fantasía, queda algo así como "Ángeles y demonios", curiosa y simpática muestra de cutrecine que contiene más alma que la mayoría de chorradas que pueblan el cine comercial americano de los últimos años. Eso sí, el alma tiene el color de la serie B más pura y dura, engrandecida por un guión sin complejos y unos actores más que decentes (imprescindible visionado para fans de Walken, que está completamente en su salsa).

El caso es que a pesar de sus incoherencias varias y de las pocas pretensiones que tiene, la peli se eleva un poco por encima de su propia condición para ofrecer un rato de desprejuiciado cóctel bíblico-fantástico-policial que hará las delicias de los amantes de lo cutre con encanto.