"Red" es el reverso pesimista de la venganza. Cuando un hombre pierde a su perro querido a manos de unos desalmados, no se arma de un fusil, sino de paciencia, para cavar, no sus tumbas, sino los perímetros impenetrables de sus conciencias. Tal conducta se revela como algo muy frustrante para el espectador, que enseguida espera (y desea) que haya una venganza a lo Bronson, a lo Statham, a lo Kill Bill incluso. Un alegre festival de despreciables sesos volando por el aire y volver a casa contentos pensando que si no hay justicia en este mundo, por lo menos hay venganza en el cine.

La propuesta de "Red" es más bien la contraria, la que deberíamos apoyar moralmente pero la que en la mayor parte de los casos es inviable y nada más conduce a la tristeza, a la incompletitud, a la inoperancia. "Red" consigue algo que no se ha visto muchas veces y es una película de justicieros con talión pero a la que nadie, ni siquiera el más picajoso, puede acusar de fascista.

El eterno dilema...porqué los que se vengan por las buenas nos hacen sentir mal y los que se vengan por las malas nos hacen sentir tan inconfesablemente bien.