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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
8
Drama. Fantástico Macario, un aldeano sumamente pobre que tiene esposa y varios hijos, se dedica a vender leña en el pueblo. Harto de una vida de privaciones y apuros, manifiesta que su mayor anhelo es poder comerse él solo un pavo, sin tener que compartirlo con nadie. Su esposa, confidente de tan profundo deseo, un día roba uno de la granja de una familia rica. Cuando Macario se dispone a comérselo, Dios, el Diablo y la Muerte se le aparecen para ... [+]
16 de mayo de 2009
73 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Macario" es el cuento del leñador y los tres deseos en versión mexicana y metafísica. El deseo de Macario, leñador, mexicano y muy pobre para más señas, es un deseo que surge el día de Todos los Santos: devorarse un huajalote (pollo o pavo para más señas) él solo, sin compartirlo con su hambrienta prole. La mujer del leñador, un personaje paradigmático en las fábulas morales, será quién le proporcione el deseado bicho.

Una vez en el bosque, a solas con el manjar, se aparecen:

1) El Diablo.
2) Dios.
3) La Muerte.

Todos ellos desearán una parte del Séptimo Pollo. El Diablo, muy en su línea, ofrece riquezas a cambio de un pedacito; Dios, que posee el cielo y la tierra y todo lo que se mueve entremedias, sólo desea un sacrificio; la Muerte no ofrece ni pide nada: tiene hambre.

Macario elige a la Muerte y la Muerte le entrega, a cambio, el Agua de la Vida. La lección se prolonga y permuta en forma de caracol paradójico: dar la vida puede significar encontrar la muerte.

Escenografía magnífica, destacando la belleza de los fastos dedicados a la Santa Muerte, los altares de ofrendas, los desfiles de esqueletos, las calaveras de azúcar. Música minimalista que deriva entre lo acertado (la deliciosa rancherita, los misteriosos pasajes de flauta) y lo fallido (los pasajes en los que incide la percusión). La fotografía...habla.

El final está magníficamente abierto a interpretaciones.

La mía: no rindais tributo a los dioses fugitivos. El mundo cambia y las fes permutan, pero desde el principio de los tiempos sólo ha existido una única deidad verdadera. Y en el umbral, sólo veremos sus ojos a la cabecera de nuestro último pasaje.

Moraleja: no jugar con la Muerte. Ni siquiera al ajedrez.
Neathara
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