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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
8
Drama Siglo XVI. En Francia, durante las guerras de religión entre católicos y protestantes, el rey Carlos IX y su madre, Catalina de Medicis, conciertan el matrimonio de la princesa Margarita de Valois con el rey de Navarra, el protestante Enrique de Borbón, con la intención de poner fin así a las sangrientas luchas entre los dos bandos. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2009
62 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta frase comienza, no la película de Chéreau, sino el tomo dedicado a Margarita de Valois en las espléndidas "Historias de amor de la Historia de Francia" de ese insigne cotilla que fue Guy Breton. (Imposible no engancharse a lo que quedaba por venir.)

Margarita, una escurridiza figura histórica que ha sido tan revindicada por víctima como vilipendiada por guarra y amoral, nació con el dudoso regalo de un destino marcado, como peón que era y que fue del sangriento ajedrez religioso en la Francia del siglo XVI.

Como víctima, según cuentan las crónicas, de una ninfomanía voraz e insaciable, se pasó la vida saltando de abrazo en abrazo, de cama en cama, de hombre en hombre, quizá porque el amor era el único campo de batalla en el que fue una reina por derecho propio. Y sin embargo, en la gran partida que se libró en su entorno, fue el más perjudicado de los peones.

En el filme de Chéreau se prescinde en gran parte del lado más escabroso de la sexualidad de Margarita, centrándose en cambio en el juego político de la corte que la rodea, en su malhadada boda orquestada por la reina Catalina de Médicis y en la matanza de San Bartolomé acaecida poco después de la celebración. Un acierto por parte de este director, que ofrece un fresco vivo y apasionante sumado a una mirada más íntima que indaga por los sentimientos e interacciones de los personajes, una mirada perezosa, lúbrica y melancólica, como el vagabundeo de un cortesano aburrido por los aposentos reales...

Pero hay un inesperado milagro: la cámara parece convertirse en pincel histórico, a ratos brillante, colorido y lúdico, a ratos embebido en la gelidez de los blancos y azules, al final, una composición plástica y doliente que retrotrae a la memoria aquella Balsa de la Medusa prodigiosamente reinventada por la mano de Gericáult.

"La reina Margot" es una muestra del poderío francés y de lo que son capaces de hacer cuando aplican todas sus ganas a realizar una buena película sobre su Historia. De alguna manera y sin poder evitarlo, no puedo dejar de comparar con "El capitán Alatriste"...y sí que es triste, sí.
Neathara
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