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Voto de GUSTAVO:
6
Drama Lima Trece se desarrolla en la Lima actual y contemporánea, en una Navidad particularmente calurosa. El protagonista, un Guachimán, Wachi, solo busca que lo dejen tranquilo en la rutina de su trabajo, vigilar un edifico de cuatro pisos en una zona residencial acomodada de la ciudad; y de su casa. Su mecánica laboral consiste en asegurarse que todo este en orden, y Wachi, sin quererlo, se convierte en observador de la vida de los ... [+]
29 de noviembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lima 13” parece haberse nutrido de las muy sintonizadas series de la TV peruana de los últimos años que en clave de comedia han estado ventilando temas como la integración social, el respeto a las diferencias, la iniciativa empresarial y la irrupción de los sectores emergentes en una visión optimista, apta para todos, llena de moralejas, clichés y cursilerías, programas televisivos obligatoriamente abanderados de la visión de país como si fuera una empresa a la cual le llaman “Marca Perú” y utilizando subliminalmente, como telón de fondo, el eslogan de “El Perú avanza”
Pero Fabrizio Aguilar, que ya va por su tercer largo, subvierte ese clima entregándonos una historia que muestra a los mismos personajes pero con una actitud diferente. Así vemos primero a Wachi, el clásico vigilante de los barrios acomodados, sufriendo el maltrato de sus empleadores siendo, además, despedido ad portas de Navidad, quien no solo cruza mundos diferentes sino también atisba la vida de sus patrones a través de las ventanas indiscretas de los departamentos desde su caseta de trabajo que funciona como si fuera una extensión de la casa del barrio popular donde vive solo. Su perfil es el más interesante y logrado de los tres principales porque todo su accionar se basa en el cumplimiento del deber porque no le queda otra opción, el personaje no está pidiendo respeto a su profesión a pesar de algunos insultos racistas de los jóvenes vecinos, tampoco pretende ser considerado un héroe de barrio y mucho menos tiene intenciones secretas de arribismo social como en las series de TV. Tiene, eso sí, una reserva moral guardada con los años la cual es contrastada con la abyección del vigilante del otro turno. Pero Wachi busca, más que un nuevo trabajo, el afecto perdido de su mujer quien lo ha abandonado y no sabe cómo recuperarlo.
Luego está Tessa, la chica de padres separados que llega de EEUU junto a su madre escritora. Su personaje está lleno de melancolía y ensimismamiento a causa de un pasado muy oscuro que casi no se detalla o se hace dudoso cuando habla por el celular con su padre. Ella no actúa como una chica de su edad y posición social y ve en Wachi y en la señora Trini simplemente a otros vecinos solitarios en quienes busca identificación y compañía.
Y por último la señora Trini, la vieja con principios de senilidad, viuda prematura de su esposo diez años menor que ella, que vive solo de recuerdos. Es uno de los personajes eje de la historia pero el menos desarrollado de los tres lo que casualmente origina, al juntarse los tres solitarios en la noche de año nuevo frente a ese gran espacio de inclusión como es el mar, que se produzca la acción menos previsible de la película solo comparable a ese gran terremoto que se sabe que ocurrirá algún día pero no la fecha.
“Lima 13”, en efecto, es una cinta que juega con las fábulas y profecías del fin del mundo y con los nervios reales de los limeños por la inminente llegada del gran seísmo. Sin embargo, este solo se produce, por el momento, en el interior de los personajes cuya construcción es uno de los méritos de la cinta por haberlos alejado del convencionalismo. Otro punto a favor es su cuidada producción y su lenguaje fílmico. Puntos en contra absolutos son el exceso de musicalización, sobre todo en lo que respecta a la actuación a Tessa y la voz en off de algún programa de radio que le quita sutileza a la propuesta. Se puede discutir también por el grado de intensidad que necesitaban los personajes de Tessa y la Señora Trini pero en el balance se puede concluir que esta película merece verse constituyéndose en la mejor que ha hecho Fabrizio Aguilar hasta la fecha.
GUSTAVO
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