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España España · O Carballiño
Voto de odaesu:
8
Serie de TV. Thriller. Drama Serie de TV (2018). 10 episodios. Años 80. Galicia. La reconversión de la pesca ha dejado a una parte de la flota gallega en tierra y cientos de armadores endeudados. No hay trabajo. En los muchos pueblos de pescadores que recorren la costa gallega, la falta de ingresos y los pagos cotidianos estrangula las economías familiares. Es el caldo de cultivo perfecto para que se produzca la gran transformación: los antiguos traficantes de ... [+]
2 de marzo de 2018
97 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
El audiovisual italiano ha situado a la mafia y a la corrupción sistémica en el foco de su análisis sobre la deriva del país. Romanzo Criminale, 1992, La mafia uccide solo d'estate o Gomorra han sido un enorme éxito a niveles artísticos y económicos, traspasando fronteras y teniendo impacto en medio mundo. El poder de fascinación de la mafia reside en el hecho de que es algo netamente italiano, pero a la vez se sustenta y explica mediante conceptos universales (el poder, la dominación, la familia, el dinero…).

En Galicia, a partir de los 80, se produjo un fenómeno de corte similar, aunque obviamente a menor escala, al de la mafia italiana: el narcotráfico, con características parecidas a las de su hermana mayor del país transalpino: corrupción masiva de las fuerzas de seguridad, financiación ilegal de partidos políticos, blanqueo de dinero a gran escala, control efectivo del territorio, intensas conexiones con otros actores del crimen organizado nacional y extranjero y cierto (retorcido) prestigio social… El impacto del narcotráfico en Galicia es innegable, mucho menos violento que el de la mafia, pero con unas repercusiones socio-sanitarias durísimas: toda una generación de jóvenes gallegos convivió con el tráfico y consumo de drogas, que causó durante los años 80 y 90 fallecimientos que se cuentan por millares.

Teniendo en cuenta esta realidad, resulta sorprendente que la cultura gallega en general y el audiovisual en particular, hayan ahondado tan poco en la industria ilegal del tráfico de drogas y en sus corruptas relaciones con los actores que ejercen el poder público. Sin embargo, dentro de un panorama en el que están aflorando los dramas que navegan por las corruptelas que acucian al país, tanto en el cine (Grupo 7, La isla mínima…), como en la televisión (La zona, La peste…), el narcotráfico gallego puede ser el centro de obras estimulantes y ambiciosas, que nos expliquen cómo hemos llegado hasta este punto de nuestra historia y qué tipo de sociedad somos.

Ese proceso de degeneración social, económica y política es explorado en Fariña, la novela de no ficción del periodista Nacho Carretero y en su adaptación televisiva, a cargo de la productora Bambú. Durante los años 80, en una Galicia eternamente emigrante y en crisis socioeconómica perpetua, el inicio del declive de las industrias pesquera y conservera, dejó las rías abiertas de par en par para el contrabando. Así, el tráfico de drogas se convirtió en las Rías Baixas ya no sólo en la alternativa fácil a la emigración, si no en la única viable para aquellos chavales sin formación u oficio no relacionado con el mar. Es decir, para los jóvenes don nadie como Sito Miñanco (un solvente Javier Rey), procesado de nuevo, en nuestro 2018, por narcotráfico, o para los hijos de los contrabandistas de tabaco, como los vástagos de Manuel Charlín (Morris en uno de sus mejores trabajos).

Fariña bebe, tanto formal como narrativamente, de la nueva ficción mafiosa italiana, que marca, como hemos sostenido con anterioridad, el camino a seguir a la hora de poner en marcha un conjunto de relatos sobre la podredumbre económica, política e incluso moral que atenaza a nuestro país. Una de sus grandes virtudes es proponer un estimulante retrato del poder, o más bien de la necesidad de ejercer el poder. Miñanco no desea tanto ser rico, como ser poderoso. Ser respetado, ser uno de los actores que ejercen el poder y controlar el espacio en el que habita. No deja de ser la versión impulsiva e inestable del líder del contrabando de tabaco, Terito (enorme Manuel Lourenzo), puesto que éste no quiere ser multimillonario, si no que quiere tenerlo todo bajo control, de ahí que se niegue a arriesgar su posición de poder pasando del tráfico de tabaco (un crimen, sí, pero menor bajo su punto de vista moral) al de cocaína (una sustancia ilegal y fuertemente perseguida por los estados).

En el retrato de los jóvenes traficantes, Fariña puede moverse al ritmo del cine de mafias de Martin Scorsese. Mientras que en el dibujo de los traficantes de la vieja escuela, parece retrotraerse al de Francis Ford Coppola, con esos hombres sentados a la misma mesa hablando de sus negocios y del negocio de todos, la política. En un momento dado, uno de los capos anuncia que habrá elecciones autonómicas y municipales pronto, “ya sabemos quién queremos que gane ¿no?”. “Los de siempre” responde Laureano Oubiña, uno de los jefes de la droga más conocidos popularmente. En esta secuencia, donde cada frase da para un análisis del discurso, Fariña muestra todo lo que puede llegar a ser.

Hablando de fenómenos sociales, la cadena de supermercados más importante de Galicia, Gadis, con presencia en toda su geografía, lleva años poniendo en marcha una fuerte campaña de marketing audiovisual, a través de anuncios de gran producción, que ya forman parte del imaginario colectivo gallego. Uno de sus primeros eslóganes (han ido degenerando hasta el que manejan actualmente: por se morremos) rezaba se chove, que chova, haciendo hincapié en un elemento fundamental de la personalidad de los gallegos: la capacidad de continuar adelante a pesar de las adversidades (ya sean de índole natural o humana). Sin embargo, también podríamos conectar esta frase, a priori optimista e inofensiva, con un dicho popular muy famoso en Galicia: mexan por nós e temos que dicir que chove. Las relaciones clientelares y criminales que se establecieron entre los capos del narcotráfico y los líderes políticos sembraron Galicia de drogas y corrupción, llenando el vacío dejado por la falta de una política económica pública. Y los gallegos hicimos como si aquí no estuviera pasando nada. Cuando al presidente de la Xunta de Galicia le preguntaron sobre un viaje que hizo con el narcotraficante Marcial Dorado, Alberto Núñez Feijóo fue incapaz de recordar quién había pagado el viaje, ni si quiera a dónde habían viajado, sólo pudo asegurar que “había nieve”. Pues eso, se neva, que neve.
odaesu
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