He visto prácticamente toda la obra de Leone como director, cuestión por otra parte no muy complicada, ya que no es demasiado extensa. El inventó los spaghetti western revitalizando un género que parecía hallarse bastante amuermado. Recuerdo en mi adolescencia que sus legendarias películas me hacían salir del cine soñando con superhombres, héroes justicieros que hacían volar mi fantasía. Ya de mayor las fui revisando con otra mirada y aunque me sigan agradando, lógicamente ya no causan el impacto entonces conseguido.
Considero su cine en general lento y casi siempre exagerado, como si buscara más el efecto que la causa, es decir, olvida el mensaje para centrarse sobre el impacto, todo ello aderezado con metrajes larguísimos hacían de el a mi entender un director algo tedioso.
Algunos de esos inconvenientes parecen evidentes también en Érase una vez en América. Metraje excesivo, lentitud en muchas fases, escenas impactantes, algunos cabos no muy bien atados, y un montaje un tanto farragoso, que puede hacer difícil su seguimiento si no estás debidamente concentrado.
A pesar de ello es una película descomunal, soberbia, magníficamente interpretada, espléndidamente ambientada, con una banda sonora maravillosa, he leído por ahí que la mejor de la historia, yo no diría tanto, pero sí de las mejores, cerca de cuatro horas y no se hace larga, todos los inconvenientes me parecen defectos casi sin importancia al lado de lo que nos regala.
Es además nostálgica, romántica, nos habla en profundidad de la amistad, del amor, de la imposibilidad de recuperar el pasado, de cómo los errores nos pasan factura y en ocasiones esa factura es muy costosa. Emociona, hace palpitar el corazón y si derramas alguna lágrima nunca es gratuita.