La verdad es que Al Pacino vestido de cuero y con cadenas parece un muñeco de acción, tan pequeñito el y tan mono, es normal que se lo rifen las dominatrix de la noche.

La película cae en el error de que la investigación policial va perdiendo fuelle a medida que pasan los minutos y lo único que hace que sigas pegado a la pantalla es la curiosidad de saber si al final le romperán el orto o no y si le gustará y se pasará al lado oscuro de la fuerza definitivamente.

Hay signos evidentes de que va adentrándose cada vez más en el lado oscuro a medida que frecuenta los locales nocturnos dedicados al gremio del cuero, se nota en sus miradas lascivas y sudorosas a los tiarrones bigotudos, además prueba el popper y baila como una posesa y la prueba definitiva, ya no se tira a su novia (seguramente por la falta de bigote y pelo en el pecho de esta).