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España España · Madrid
Voto de GVD:
6
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2007
154 de 238 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la sensación que se me queda al final de la película sea amarga, la de haber asistido a una broma no muy grata, la apruebo. Por dos razones: primera y fundamental, Lynch parece que sigue un argumento, un argumento lynchiano, con idas de olla, pero al menos parece que lo intenta, y eso es de agradecer; y segundo, el magnífico inicio, simplemente turbador, fascinante, gran introducción, y porque se mantiene a un gran nivel durante buena parte de la primera mitad.

La descripción del mundo paradisíaco es genial, con sus jardines, barbacoas, risas y felicidad, pero que tras esa fachada esconde insectos turbios, el reverso tenebroso. Ese lado oscuro está perfectamente sugerido. Si hay algo que he notado en lo poco que llevo de Lynch es su talento para crear atmósferas inquietantes, para crear acojone, aunque lo suela hacer al servicio de la nada. Aquí ese talento se da cita otra vez, se sirve de la genial música de Angelo Baladamenti, de la atractiva e inquietante Isabella Rossellini, de ese piso que la curiosidad clama por ver... Pero cuando llega Dennis Hopper se acabó el pastel.

La aparición de lo que debe ser el mismo diablo, del representante del mal, es, cuando menos, ridícula. El supuesto diablo no es más que un payaso histérico y gritón, que da lástima. Sí señor, un villano de verdad. Y qué decir del descenso a los infiernos del mal, a ese carnaval bochornoso y patético. Pero encima, utiliza la preciosa canción “In Dreams” de Roy Orbison, para ambientarlo. Orbison no se lo merecía.

Aunque la representación del mal, de la perversidad, arruine gran parte del poder del film, ni que decir tiene de la plasmación de la salvación, del cielo, esos jilgueros, esa música celestial... Puagghh! Quizá sea una sátira, una broma que se pitorrea de la felicidad y esas chorradas, pero me da igual, me distrae y no creo que sea la mejor manera de contar que lo turbio acecha en cada esquina.

En definitiva, una gran idea que se queda en nada. Me quedo con el relato de los peligros a los que puede llevar la curiosidad que hizo Hitchcock en la fascinante “La ventana indiscreta”. Ésa sí que creaba miedo y tensión, no esta gilipollez aunque se pueda ver.
GVD
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