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España España · Barcelona
Voto de Miguel G:
9
Drama. Romance Alex Greville (Glenda Jackson), una mujer de mediana edad, y el doctor Daniel Hirsh (Peter Finch) mantienen un affaire por separado con la misma persona, el joven científico Elkin (Murray Head). Ambos lucharán por su amor. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2007
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Domingo, maldito domingo" resulta una clara imagen de los problemas e inquietudes en los que se sumiría la cinematografía norteamericana en la década de los 70. La asfixiante censura de los años previos, que empezaba a diluirse, y el comienzo de la revolución sexual dieron de sí, en otros filmes, la genuina cinta de John Schlesinger. La problemática social cayó, en esta ocasión, en un drama sexual de exquisitas proporciones, precedida por la alocada "El cowboy de medianoche" que planteaba una sexualidad americana que ya comenzaba a abrirse.

Aunque ciertos cineastas y cierto público se dieran cuenta que la basura y los conflictos eran parte de ellos y de su sociedad, no quiere decir ni mucho menos que "Domingo, maldito domingo" sea una visión maliciosa y descarnada de la homosexualidad. La mirada de Schelesinger es mucho más compleja. No se nos habla de un homosexual atormentado ni de sus amores masculinos; se nos narra la triste historia de un hombre confuso y de una mujer de mediana edad aún más confusa, ambos enamorados de un cautivador muchacho de 20 años que llena sus vidas de vitalidad, pasión y esperanza. Por tanto, no se trata de un drama homosexual, ni heterosexual si no, sencillamente, SEXUAL. La falta de información, el tabú, el temor al rechazo, llevan a nuestros dos protagonistas a una encrucijada terrible de desesperación. Se aferran obsesivamente a una manzana recién engendrada y a su jugo de la vida. Ambos se vuelven a sentir jóvenes, abrazados dulcemente por todo aquello que ansiaron cuando ellos mismos tenían 20 años y que se les fue negado. Pero ya son mayores, se acercan cada vez más al final, y contemplan asombrados la luz creciente de la nueva década, y quieren formar parte de ello. Esa ilusión cegadora se torna enfermedad. Nadie quiere compartir su tesoro, y mucho menos tratándose del manantial de vida eterna. La triste Alex y el celoso Daniel darán comienzo a una sutil batalla de propiedad peleando por el único antídoto a sus miserables vidas, la grácil manzana llamada “Elkin”.

La gélida mirada de Schlesinger a semejante drama humano quizá haya quedado un poco desfasada con los años, aunque es precisamente esa exquisitez formal la que hace quedarnos clavados al entramado emocional de sus personajes. No hay grandes peleas, gritos desgarradores, ni turbios asesinatos con persecuciones urbanas, es más sutil, como una melancólica sonata de piano: dulce, pero triste. Los protagonistas se sumergen de lleno, seguramente, en los mejores y más fascinantes personajes de sus carreras, logrando un éxito artístico total. El guión, ágil y tremendamente inteligente, culmina a su vez en una dirección perspicaz y evocadora.

Muchos dicen que se trata de una alegoría de la bisexualidad, contra la obligación de definirse, otros que es una metáfora del cambio drástico social y artístico que empezaba a transformar América. Personalmente, creo que “Domingo, maldito domingo” es eso y mucho más.
Miguel G
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