"Érase una vez en América" es de esas cintas a valorar en su conjunto: La maravillosa música de Ennio Morricone, combinada esta vez con temas como "Amapola" y "Yesterday"; la sublime fotografía; una buena historia de amistad y evolución de las vidas de los personajes; la manera de contarla, etc. En fin, son muchas las cosas a tener en cuenta, así como también otras como que aparezcan casi como protagonistas Joe Pesci o Treat Williams, cuyas intervenciones son muy escasas a lo largo de estas prácticamente cuatro horas de película.
Cuando comencé a verla, me di cuenta de que, si eres capaz de soportarla los primeros diez minutos - muy al estilo de Sergio Leone, con un ritmo pausado, miradas y pocas palabras - la sigues viendo porque el director consigue después que te "enganches" a la trama. Para ello se vale de la evocación de los recuerdos de juventud de Noodles a través del flashback (ésta fue la parte que más me gustó), o consigue que te preguntes: ¿Quién y por qué busca a Noodles para matarlo?
Así, con estos grandes aciertos, Leone filma un completo retrato de los orígenes de unos muchachos humildes que empiezan con trapicheos en su barrio, para convertirse en unos auténticos mafiosos. Pero el mayor logro de la película es cómo nos sitúa en el contexto de la América de aquel tiempo (de ahí el título), con referencias a la inmigración, la pobreza, las formas de subsistencia en unas salvajes calles, la corrupción de los políticos o la lucha de los sindicatos contra los capitalistas explotadores.
Sin embargo, la duración es tan excesiva y densa, que acaba por bajarle la nota debido a lo que continúo en spoiler: