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Voto de Joan Ramirez:
7
6,6
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Aventuras. Drama
Finales del siglo XVIII. Réplica de la Columbia Pictures a "Mutiny on the Bounty", estrenada ese mismo año por la Metro-Goldwyn-Mayer. En plena guerra entre Inglaterra y Francia, Crawford, el capitán del barco de guerra inglés "Defiant", impone a la tripulación unas condiciones de trabajo insoportables. (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2012
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales del siglo XVIII ingleses y franceses andaban a la gresca. Como ustedes bien saben, a Napoleón Bonaparte le dio una neurastenia conquistadora y los británicos, una vez más, se imaginaron invadidos, en esta ocasión tragando baguettes en fila en vez de su amado pan de molde.
Por otra parte, desconozco si Jorge III gozaba de una gran estimación por parte de su británico pueblo, pero, al menos, era el primer rey de la Casa de Hannover nacido en Inglaterra y que decía “good morning” por las mañanas acudiendo a la naturalidad de su lengua materna. Aunque la porfiria lo acabara chalando, sólo por lo que he dicho antes, un poco bien le tenía que caer a sus súbditos… ¿no?
Dejando ya un poquito a parte la broma, también es importante destacar para encuadrar esta película en su momento histórico, que la Revolución Industrial estaba dando sus primeros pasos en Inglaterra. Miríadas de personas abandonaron el ámbito rural para echarle el cerrojo a la Edad Media y trasladarse a unas ciudades en que serían tratados como auténticos esclavos, donde hombres, mujeres y niños, serían forzados a trabajar en fábricas hasta reventar. ¿Era, pues, mejor la perspectiva de enrolarse en la Royal Navy y respirar los saludables aires del mar mientras se abortaban los ambiciosos planes del megalómano francés? La respuesta es no.
“El motín del Defiant” empieza mostrándonos las levas forzosas de hombres para tripular buques de guerra. Cualquier varón podía ser arrancado de su tierra como se arrancaría una cebolla: sin más. Y no sólo eso: en tiempos de las Guerras Napoleónicas, las naves militares podían interceptar mercantes ingleses y desproveer a sus capitanes de los tripulantes que desearan para nutrir a las fuerzas de Su Majestad.
La película narra las durísimas condiciones de vida a bordo de estos barcos, así como la soterrada lucha por el poder entre el capitán del Defiant y su ambicioso segundo, encarnado con poquísima convicción por Dirk Bogarde. También forma parte fundamental de la trama el modo en que se organiza una protesta –que no un auténtico motín aislado–, a nivel de toda la flota, aunque el film sólo nos muestre lo que acontece en el Defiant. Las negociaciones entre el marinero organizador del soterrado cotarro y el capitán son deliciosas, especialmente cuando ambos se revelan como buenas personas en contraposición al segundo de abordo que es la piel de Satanás en la piel del blandengue de Bogarde, un actor de culto para muchos (aspecto que no entro a discutir), pero al que yo le veo la pluma por todas partes.
(sigo en "spoiler" por falta de espacio)
Por otra parte, desconozco si Jorge III gozaba de una gran estimación por parte de su británico pueblo, pero, al menos, era el primer rey de la Casa de Hannover nacido en Inglaterra y que decía “good morning” por las mañanas acudiendo a la naturalidad de su lengua materna. Aunque la porfiria lo acabara chalando, sólo por lo que he dicho antes, un poco bien le tenía que caer a sus súbditos… ¿no?
Dejando ya un poquito a parte la broma, también es importante destacar para encuadrar esta película en su momento histórico, que la Revolución Industrial estaba dando sus primeros pasos en Inglaterra. Miríadas de personas abandonaron el ámbito rural para echarle el cerrojo a la Edad Media y trasladarse a unas ciudades en que serían tratados como auténticos esclavos, donde hombres, mujeres y niños, serían forzados a trabajar en fábricas hasta reventar. ¿Era, pues, mejor la perspectiva de enrolarse en la Royal Navy y respirar los saludables aires del mar mientras se abortaban los ambiciosos planes del megalómano francés? La respuesta es no.
“El motín del Defiant” empieza mostrándonos las levas forzosas de hombres para tripular buques de guerra. Cualquier varón podía ser arrancado de su tierra como se arrancaría una cebolla: sin más. Y no sólo eso: en tiempos de las Guerras Napoleónicas, las naves militares podían interceptar mercantes ingleses y desproveer a sus capitanes de los tripulantes que desearan para nutrir a las fuerzas de Su Majestad.
La película narra las durísimas condiciones de vida a bordo de estos barcos, así como la soterrada lucha por el poder entre el capitán del Defiant y su ambicioso segundo, encarnado con poquísima convicción por Dirk Bogarde. También forma parte fundamental de la trama el modo en que se organiza una protesta –que no un auténtico motín aislado–, a nivel de toda la flota, aunque el film sólo nos muestre lo que acontece en el Defiant. Las negociaciones entre el marinero organizador del soterrado cotarro y el capitán son deliciosas, especialmente cuando ambos se revelan como buenas personas en contraposición al segundo de abordo que es la piel de Satanás en la piel del blandengue de Bogarde, un actor de culto para muchos (aspecto que no entro a discutir), pero al que yo le veo la pluma por todas partes.
(sigo en "spoiler" por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película, en muchos aspectos, es increíblemente parecida a otra producción británica del mismo año. Hablo de “La fragata infernal” (1962), de la que no me voy a cansar de decir que es una obra maestra de Peter Ustinov. Supongo que en el film que nos ocupa la gran baza es Alec Guiness en el papel del capitán Crawford. Ahora bien… así como algunos –entre los que también me cuento- no pueden dejar de ver a Gandhi en cualquier papel que interprete Ben Kingsley, yo no puedo dejar de ver a Obi-Wan Kenobi cuando aparece Alec Guiness en pantalla. Lo siento, es así.
Mi batallita personal es que la primera película que me llevaron a ver al cine con seis años fue “La Guerra de las Galaxias” (1977). En los ojos de Obi-Wan comprendí por primera vez en mi vida que no todo se puede decir ni todo es “explicable”.
Por lo demás, el film presenta también momentos de aventura y acción trepidante, sangría, esmochamientos varios, amputaciones, abordajes, caídas acongojantes desde las arboladuras, y un episodio referido a la técnica bélica de “la nave infernal” que no deben perderse ni en broma.
La fotografía rodada en exteriores es una gozada; el metraje rodado en estudio es harina de otro costal: iluminaciones inverosímiles para el interior de un barco, encuadres sosos, y unos decorados al principio del film que parecen sacados del Un, Dos, Tres de Mayra Gómez Kemp.
Acabo ya. ¿Se imaginan que les dieran dos docenas de latigazos por perderse esta película? Pues por mucho menos se los llevaban los marineros del Defiant.
Mi batallita personal es que la primera película que me llevaron a ver al cine con seis años fue “La Guerra de las Galaxias” (1977). En los ojos de Obi-Wan comprendí por primera vez en mi vida que no todo se puede decir ni todo es “explicable”.
Por lo demás, el film presenta también momentos de aventura y acción trepidante, sangría, esmochamientos varios, amputaciones, abordajes, caídas acongojantes desde las arboladuras, y un episodio referido a la técnica bélica de “la nave infernal” que no deben perderse ni en broma.
La fotografía rodada en exteriores es una gozada; el metraje rodado en estudio es harina de otro costal: iluminaciones inverosímiles para el interior de un barco, encuadres sosos, y unos decorados al principio del film que parecen sacados del Un, Dos, Tres de Mayra Gómez Kemp.
Acabo ya. ¿Se imaginan que les dieran dos docenas de latigazos por perderse esta película? Pues por mucho menos se los llevaban los marineros del Defiant.