Es irónico que sea una película tan descuidada, porque, de rebote, acaba con un peculiar resultado de haber representado al señor Obama en el más sentido estricto de la palabra.

La primera mitad de la película es directa nadería y correctismo cinematografico. Desde los primeros minutos se nos presentan las cartas de por cual lado va a tirar el director: Timón izquierdista y típicas omisiones de hechos biográficos sobre el señor Obama que resultan demasiado incómodas para encajar con el eterno filtro glamour de hollywood. Al fin y al cabo es un biopic drasticamente estético, alejado de cualquier tipo de impacto o compromiso de honestidad con el espectador. La narrativa que el mismo Barry de verdad nos dejó hace ya más de un año.