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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama En Berlín, Oren, un ingeniero constructor israelí, se encapricha del pastelero Thomas. El romance ni siquiera parece haber empezado cuando Thomas descubre que Oren ha muerto en un accidente de coche en Jerusalén. Thomas viaja allí sin saber exactamente qué es lo que está buscando. Descubre que la mujer de Oren, Anat, es propietaria de un café, y esta le ofrece a Thomas un empleo de lo más básico, consistente en limpiar y fregar cacharros. (FILMAFFINITY) [+]
4 de octubre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El repostero de Berlín (The Cakemaker)

Mis queridos e improbables lectores, la película que acabo de ver, “El repostero de Berlín”, es sencilla y llanamente, una exquisita golosina, tanto o más que las deliciosas galletas y pasteles que hornea el bueno de Thomas. En efecto, el israelí y alemán de adopción Ofir Raul Graizer debuta en el cine con una de las películas más elegantes, delicadas y tiernas que este cronista recuerda. Y es que nuestro director -que también ha escrito el guión- produce el milagro de describirnos un dolorosísimo drama sorteando con gran sutileza el siempre más que socorrido camino del tremendismo. Y eso, menos aún en un debutante, no es nada frecuente y supone, además, un notable mérito.
Graizer mueve intermitentemente su cámara entre la sosegada, moderna y bien trazada ciudad de Berlín y una antigua Jerusalén dividida entre estrechas callejuelas, caótica y bulliciosa como un enjambre de esforzadas abejas. Parece querer mostrarnos el marcado contraste entre ambas metrópolis, que respiran de forma diferente pero permanecen unidas por el hilo conductor de un amargo pasado que los judíos isrelíes aún no han podido romper y del que todavía recelan.
El noble y tenaz Thomas, en el papel de repostero, protagonizado por el joven alemán Tim Kalkhaten -un hallazgo casual a través de una red on-line después de que Graizner desechara a más de 200 candidatos-, y que debuta en el cine al igual que su temerario descubridor, no solo da la talla sino que se agiganta ante sus compañeros de reparto, todos ellos reconocidos y experimentados intérpretes israelís como Sarah Adler, Zohan Shtrauss, Roy Miller o Stephanie Stremler. La mirada de Kalkhaten, limpia y transparente como un espejo, aguanta imperturbable prolongados primeros planos que harían parpadear al más curtido de los actores.
Si yo fuera usted, por nada del mundo me perdería esta maravillosa película porque reconforta y alecciona, renueva nuestra fe en algunos seres humanos y demuestra que el mejor antídoto para la reconciliación no es otro que el de conocernos y comprobar que no somos tan distintos los unos de los otros.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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