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Voto de FATHER CAPRIO:
5
Comedia Dos policías se encargan de una investigación extravagante sobre un crimen cometido sin móvil aparente. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2015
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Los inicios de Patrice Leconte en el mundo del cine no se puede decir que fuesen muy afortunados. Tras graduarse en una escuela de artes cinematográficas y rodar un gran número de cortos que, como el mismo decía, nadie vio, acabó, gracias al conocimiento de Gotlib y de Goscinky, dibujando para la publicación Pilote. Sin embargo, sus ansias de hacer cine concluyeron, en colaboración con el propio Gotlib, con esta “Les vécés étaient fermés de l'intérieur” (traducible como El retrete estaba cerrado por dentro”) donde un comisario y su ayudante desentrañan el asesinato de un expendedor de billetes de tranvía.

En purismo, un policial con ribetes de comedia del absurdo, que resultó un fracaso en las taquillas, a pesar de contar con la colaboración de un actor de prestigio como Jean Rochefort, quien no solo lamentaría toda su vida haber participado en esta película sino que mantuvo una relación más que distante, desde el mismo rodaje, con Patrice Leconte. Distancia que se acortaría, pasados algunos años, desde la madurez de ambos, colaborando juntos en Tandem (1987), Le mari de la coiffeuse (1990) o incluso L´homme du train (2002)

Como reconoció el propio Leconte, en el diseño del film se tuvo claro desde el inicio cuales iban a ser su principio y su final. En medio estaban los problemas. Y del mismo modo como si estuviesen dibujando viñetas de comic, Gotlib y Leconte, compusieron, para que se vayan situando, una especie de historieta ilustrada de Pepe Gotera y Otilio metidos a policías, con menos gracia pero con las libertades de una Francia que, a diferencia de España, había vivido un Mayo del 68 y había mostrado al mundo lo que era una femme :Brigitte Bardot.

El absurdo se apodera así de la película, los muertos se triplican, las vecinitas reciben a los policías en paños muy menores, las prostitutas parecen ser de altura pues ofrecen sus servicios en el Col du Tourmalet u otros collados pasto de bicicletas veraniegas, las camareras bailan el vals en porretas, y nuestros detectives persiguen a todo bicho viviente con tal de hacer tiempo y que llegue un final a lo Poirot donde el flacucho del bigote maravilla por enésima vez a su compañero de tontunas y resuelve el acertijo.

Leconte mejoraría su carrera y tendría posteriormente el reconocimiento popular con películas dignas y de prestigio. Pero los vécés quedaron, como dijeron los críticos, “para tirar de la cadena”.
FATHER CAPRIO
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