"Si usted necesita una actriz sueca que hable inglés a la perfección... y que de italiano sólo sabe "ti amo", estoy lista para ir y hacer una película con usted".
Esta es una frase de la carta de Ingrid Bergman a Rossellini y Stromboli es algo así como su resultado. Porque ¿Podemos imaginarnos a alguien más fuera de lugar en esa Italia dura donde no existen esperanzas sinó únicamente, y es mucho decir, ilusiones?. Karin, el personaje interpretado por Ingrid Bergman ni siquiera tuvo la oportunidad de decir "Ti amo..." porque no amaba a nada ni a nadie, ni a esa isla inhóspita y desagradecida, ni a esas gentes conformadas a fuerza de conformarse, ni a su marido que podía haber sido su salvación y fué su cautiverio.
Se puede hablar de géneros cinematográficos, de realismo ó neorrealismo, pero aquel en que los críticos encuadren esta película seguro que será un género donde se muestre la vida en toda su crudeza, sin lugar para vanidades ni falsas esperanzas. Donde todo se reduce a sobrevivir bajo las fauces de un señor devorador de todo como es el volcán.
Rossellini no figura entre mis directores preferidos pero debo reconocer que Stromboli es una obra seria, cruda, directa, sobre una Italia que se cierra sobre si misma quizás rindiéndose ante la magnitud de su propia tragedia. Cada uno de sus fotogramas no hace más que subrayar la historia. Ingrid Bergman está absolutamente fuera de lugar y por eso está magnífica, porque precisamente de eso se trata, de no encajar, de ser esa flor que no crece allí y solo puede pintarse...