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Voto de FATHER CAPRIO:
10
Drama. Romance Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2007
193 de 236 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que me encantan, me gustan y no puedo por menos que calificarlas con un diez, o con “sobresaliente con destaca” según modernos sistemas escolares de medida y valoración.
Pero hay películas que me seducen. Y esas no sé como valorarlas. Es imposible. Renuncio a hacerlo. Como máximo estoy tentado de apostrofarlas con una S. S de seducción.
¿ Donde está la diferencia entre gustar y seducir? Lo siento. No puedo decírselo. Sencillamente porque no lo sé. Es algo fuera de los contextos de la razón y más propio del terreno de lo sentimental.
Tal vez un ejemplo ayude a clarificar las cosas. Veamos. Con la muerte en los talones, mi film mítico por excelencia, me encanta pero no me seduce. Lo mismo me pasa con Testigo de cargo de Billie Wilder ó con El Padrino de Coppola. No me negarán que todos ellos son “peliculones”. Pero les falta algo... Esa S de seducción que en cambio si tienen, siempre desde una óptica personalísima, La reina Cristina de Suecia de Rouben Mamoulian, La vida es bella de Roberto Benigni, Avaricia de Erich von Stroheim y Sunrise (Amanecer) de Friedrich Wilhelm Murnau.

Y quiero detenerme en esta joya del cine que es Amanecer, una de las ultimísimas películas del cine mudo (dos semanas antes del estreno en Estados Unidos de “El cantor de jazz”).

Amanecer es una de esas películas que después de verlas no cabe más que exclamar eso de ¡Que grande es el cine!. Y yo exclamé también ¡Gracias, Murnau por haberlo hecho posible!.
Cada fotograma es una joya, tratada con delicadeza al propio tiempo que con la osadía de los innovadores. Cada gesto de los actores, cada expresión, es un verso de esta maravillosa poesía cinematográfica. Después de verla nadie podrá dejar de comprender a que se llamó y se sigue llamando hoy en día “expresionismo alemán”. Esas expresiones que en otra película como Avaricia de Stroheim hablan por si mismas sin necesidad de rótulos literarios que nos expliquen los hechos, aquí nos hablan desde su mudez con la misma claridad pero con un lenguaje poético absolutamente sublime y, lo que les decía, totalmente seductor.

Un último pensamiento, agarrado al vuelo como se suele decir: La madurez ayuda a comprender y valorar obras como ésta pero al mismo tiempo viendo películas así no se puede por menos que madurar.
FATHER CAPRIO
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