Icíar Bollaín nos regala este biopic que protagoniza el propio Carlos Acosta, nominado a mejor actor revelación en los Goya. Junto a él, mientras prepara una obra rememorando su vida, viajaremos al pasado. Una historia que tiene a Cuba como eje central de la película y en la que nos encontramos a dos actores haciendo de él: Edilson Manuel Olvera y Keyvin Martínez. Sin embargo, el que se lleva los planos no es otro que el padre, Santiago Alfonso, principal motivo por el que Carlos Acosta sea lo que es (y también gracias a sus profesores). Sin la terquedad del primero, el crío se habría perdido en una Cuba en depresión.

YULI recrea la sociedad cubana del momento, llena de miseria pero también de vida. Yuli es un niño que quiere jugar; rebelde. Sin embargo, su pasión es la música. Su padre se encarga de que asista a clases de ballet, en una primera parte de la película animada y con grandes enseñanzas. A partir de la mitad del filme el niño crece y la soledad le llega, justo cuando más triunfa, cuando accede al Royal Ballet de Londres e interpreta papeles a los que jamás un negro podría haber accedido. La fotografía y los bailes son muy interesantes y se les pone especial cuidado, sobre todo en los que interviene Carlos Acosta.

En definitiva, YULI consigue enseñar, no es Billy Elliot, pero sí nos muestra la realidad del pueblo cubano, las aspiraciones de un niño, la entrega de un padre de alejarlo de todo eso y la terquedad de sus profesores. Agitado y removido con gran esfuerzo y mucho talento, aparece Carlos Acosta, un bailarín de primera que rezuma éxito y reconocimiento. Es de las mejores españolas del año, no os la perdáis.