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Togo Togo · Noplace
Voto de AGF:
3
Ciencia ficción. Drama. Romance Casi nueve años después de su aclamadísima ópera prima, "Primer", Carruth vuelve a ponerse tras la cámara -y vuelve a ejercer de guionista, compositor y director de fotografía- para contar la historia de un hombre y una mujer que se atraen el uno al otro para verse enredados en el ciclo vital de un organismo inmortal. La identidad se vuelve una ilusión mientras luchan para unir los fragmentos perdidos de sus destrozadas vidas. (FILMAFFINITY) [+]
11 de junio de 2013
43 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vi Primer mi geto de imbécil apenas tuvo tiempo de inmutarse cuando, tras el The End y unos breves instantes en los que me dije en falso "va, tú puedes, entiende algo", abrí google y busqué explicaciones. Las encontré y resolví que la historia que presuntamente encerraba la película y su narración se encontraban en niveles de la realidad que jamás llegarían a tocarse. Y yo solo podría quedarme con el segundo de esos elementos, que vedaba el entendimiento del primero a la mayoría de los mortales, como si el primero no fuese de por sí complicado.

Bien. Upstream Color no es precisamente una reconciliación con ese jardinero de margaritas que voluntaria o involuntariamente es Carruth. Sus hasta ahora dos obras, por efecto de la prensa, de las propias ínfulas del autor o de mi propio prejuicio, parecen aspirar a ser revolucionarias piezas de ciencia ficción donde la ciencia y la ficción alcanzan las máximas cotas imaginables. Tal idea, cierta o preconcebida, suena genial. Pero, ay, Shane, te gusta enrevesar. Hasta el vicio.

Upstream Color parece diferenciarse de la ópera prima del autor en cosas no poco notables. Fotográficamente deslumbra, y en lo argumental parece, si bien con un punto de partida (los minutos antes de empezar a perderte, vamos) igual de interesante, más emocionalmente potente (en tramos concretos más que en conjunto), más perturbadora y más próxima a cualquier drama humano que lo divisable en los mimbres del desbarre fisicocuántico de Primer. Hay un toque de evolución, un arrojo de exploración más allá de las fronteras del cine convencional, un desafío a lo imaginable cuyos méritos no se pueden negar.

Lo que tampoco se puede negar es una colleja a Carruth, por meter lo que quiera que sea su idea en un envoltorio narrativo tan puto, por decir algo. No creo que esta encriptación sistemática de la acción sea fruto de la ineptitud, y casi me duele más: la vaguedad, la dosis mínima (dudo que justa) de información y una imperdonable confusión entre la elipsis y el hachazo desmedido, son elementos probablemente usados con plena autoconsciencia. O sea que A) enmascaran cierta insostenibilidad del desarrollo de los hechos (insostenibilidad dentro de los márgenes de la ficción, claro) o B) Carruth es un listillo, un amante de los jeroglíficos autocomplacientes, excesivos, pedantes.

Y seré sincero: Primer parece tener una historia de complejidad aplastante, quizá inaccesible al pulso de cualquier narrador. Pero Upstream Color me pareció (por lo que entendí, que fue bastante más que en aquella) algo más sencilla, una historia que (y no hablo en absoluto de elementos que parecen más figurados que literales, véase la cama entre los cerdos) podría resultar fácil de comprender y a la que la comprensión quizá le daría enteros. Sin embargo, he aquí un artefacto por descifrar cuya pretendidísima condición de rompecabezas desmesurado me quita todas las ganas de hacerlo.

Me quedé con cara de imbécil, no lo dudo. Pero esta vez no abrí google.
AGF
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