Que la cadena HBO sea sinónimo de calidad no creo que lo discuta nadie. Personalmente he tenido el placer de visionar muchas de sus series y me han gustado bastante. Tengo que admitir que hacen series de una gran calidad a nivel técnico, en mi opinión hacen cine en vez de televisión, que saben escoger a los actores y, por último, que imprimen su sello personal en cada producto que filman. Ahora bien, si tengo que hablar de “Mildred Pierce” en particular, entonces no puedo seguir echándole flores precisamente.

Para mí, la HBO se frivoliza en exceso con esta miniserie y nos entrega un producto más adecuado para los años 30 o 40 que para los tiempos que corren. No tengo nada en contra del cine académico, de corte clásico, pero es que aquí se pasan cuatro pueblos en este sentido. He leído en una crítica anterior que ver esta serie es como ver una especie de “Lo que el viento se llevó” y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo con esa afirmación. No sé, por poneros un ejemplo os puedo mencionar a la película “El intercambio” de Clint Eastwood. Esa cinta sí que sabe ser un drama interesante, con sustancia, a pesar de ser cine de corte académico hasta la médula. En cambio, la miniserie que nos atañe carece de chispa y llega incluso hasta a aburrir.

Sé lo que ocurre cuando se nada a contracorriente, es decir, cuando alguien habla negativamente de una serie que halagan los demás (vamos que mi crítica va a ser rápidamente fusilada y estará en la última página de la web). Lo sé, pero tengo por costumbre decir lo que pienso cada vez que escribo, así que no voy a cambiar ahora mi personalidad después de tantos años. “Mildred Pierce” no sólo no me ha gustado, sino que me he aburrido como una puñetera ostra mientras la veía. Esta serie es un melodramón típico de telefilme de sobremesa donde lo único diferente es que tiene un apartado técnico de calidad y una buena actriz como Kate Winslet. Una Kate Winslet que, dicho sea de paso, ni mucho menos lo borda en su papel protagónico (su actuación es buena a secas, sin más.)

Y no quiero terminar mi crítica sin mencionar su pulso narrativo tan soporífero. Por el amor de Dios, que cosa más lenta… ¿era necesario imprimir esa lentitud a la trama? Os digo de verdad que exceptuando el último episodio, el cual tiene algo de chicha, el resto de la serie a duras penas se puede visionar sin caer en los brazos de Morfeo.