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Voto de Ennis:
9
6,9
16.113
Romance. Drama
De repente, Alí tiene que hacerse cargo de su hijo Sam, un niño de cinco años al que apenas conoce. Como no tiene casa, ni dinero, ni amigos, se refugia en Antibes, en casa de su hermana, que los acoge cariñosamente. Tras conseguir trabajo como portero en una discoteca, Alí conoce a Stéphanie, una domadora de orcas en el acuario Marineland. (FILMAFFINITY)
16 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su gran obra anterior, De rouille et d'os es otro excepcional trabajo en el que Jacques Audiard no pierde pulso y se acredita como uno de los más grandes autores actuales.
En un magistral dibujo de personajes, Ali es un ser fuerte porque vive sin pensar en casi nada, Stéphanie se siente segura por su atractivo, pero sus vidas son como un combate y, cuando bajan la guardia, sufren crueles impactos emocionales.
La vitalidad narrativa y una construcción impecable en la que da la sensación de que no sobra ni un plano, conducen las dramáticas vicisitudes con una crudeza que a veces acongoja, porque hay mucho dolor y golpes en esta historia, pero no solo los de las peleas, sino aquellos que más duelen: los de la vida.
En un magistral dibujo de personajes, Ali es un ser fuerte porque vive sin pensar en casi nada, Stéphanie se siente segura por su atractivo, pero sus vidas son como un combate y, cuando bajan la guardia, sufren crueles impactos emocionales.
La vitalidad narrativa y una construcción impecable en la que da la sensación de que no sobra ni un plano, conducen las dramáticas vicisitudes con una crudeza que a veces acongoja, porque hay mucho dolor y golpes en esta historia, pero no solo los de las peleas, sino aquellos que más duelen: los de la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Entre las secuencias más angustiosas que recuerdo está la del niño hundido en el agua helada y la desesperada lucha del padre por rescatarlo. Audiard finalmente salva al espectador del final al que parece conducir la historia y nos alivia de la conmoción que supone ver este retable humano de seres rotos, que remiendan sus maltrechos cuerpos con el apoyo mutuo.