An Elephant Sitting Still es de esos films que después de leer la ficha técnica te encuentras con la certidumbre de si atacarla directamente o aplazarla con cualquier excusa ínfima, por lo tanto, se podría decir que es un film para aventureros gracias a sus casi 4 horas de duración, pero para mí suerte, esta elección para mí ha sido la acertada, ya que una vez más he podido disfrutar de buen cine y por lo tanto, lo recomiendo para aquellos que busquen cine de “personas” para “personas”.

La película es un “crossover” de 4 personajes a cual más deprimente. Un chaval con problemas en el instituto y en casa, una chica que tiene una madre demasiado liberal, un viejo que está cerca de acabar en un geriátrico y por último un “macarra” que presencia la muerte de su mejor amigo, todos ellos, y sus sentimientos más íntimos, irán de un lado a otro por toda la ciudad, cruzándose entre ellos varias veces.

Centrándome en el film, la principal característica que uno se encuentra es su atmosfera, que durante todo el film no deja de ser pesada, gris, sofocante donde los personajes deambulan por los escenarios a cual más tétrico y deprimente, con un tiempo otoñal casi invernal cargando aún más si cabe la fotografía, dentro de una ciudad moderna, industrial y llena de decrépitas barriadas, donde la miseria, el dolor y la desesperanza caminan de la mano de todo el mundo, y sin salida posible o a vista. Todo es negativo, oscuro y fatídico.

Otro punto interesante son las escenas, los planos, largos, eternamente largos donde la cámara se posiciona en cualquier lado con tal de escoger el mejor ángulo para no perder detalle a la vez de no dejar, aunque no consigue ser perfecta, ya que su mala ubicación hacen cambiar la “dirección” de los personajes.

Los personajes son una maravilla, actuaciones sencillas, pero emocionales, llenas de gesticulaciones que ayudan mucho, pero sin llegar a las exageraciones. Además por un lado vemos que el origen social en el qué están enmarcados, queda perfectamente vislumbrado, haciéndonos una clara idea de su entorno, y por otro lado disfrutamos de la podredumbre de cada individuo, tanto física como moral, y el porqué de esas decisiones tanto precipitadas como premeditadas.

En definitiva, un film con aires de denuncia social, pero a mí entender, no sólo de una China que está despegando sin apego a la tradición y a las personas, sino de una sociedad mundial donde muchos van perdiendo el rumbo ante la falta de “amor”. En fin, para disfrutar, con tranquilidad, sin prisas, para conocer y experimentar sentimientos más allá de la silla o butaca.

Por último añadir que la muerte de su director, suicidio, es una gran pérdida para el mundo del cine, ya que los talentos no aparecen para desaparecer, los talentos deben dejar su huella, no una vez, sino una vez tras otra, porqué al final cuanto más mensajes seas capaz de mandar, a más personas llegarás alcanzar.