Boughedir nos deja un film sencillo, natural como la vida misma, una anécdota general, una experiencia individual, de un joven que madura a expensas de la inexperiencia. El film retrata ese paso entre la juventud apresurada y la madurez inocente, lleno de melodiosas sensaciones infantiles olvidadas en los recovecos fantasmales de todo hombre que dejó de ser niño en su despertar sexual.


El film no tiene mucho más, excepto esa capacidad de trasladar al propio espectador a su propia película, y es que el restante de los elementos que la componen son débiles o demasiado endebles. Las actuaciones de pena, sobreactuadas o demasiado suaves, la música de pena por no hablar por el cantante-zapatero que tiene el tono pillado por la bragueta, y todo ello acompañado de una dirección sin dato alarmante que destacar. Si algo destaca, son los escenarios, el recuerdo de que incluso lo sucio es bello, lo olvidado aún es importante y sobre todo que el mundo no cambia tan rápido.


En fin, sobrevalorada aunque por su valor exótico merece un pequeño visionado, ya que sus 90 minutos tampoco matan a nadie aunque tampoco la añadiría a la lista de Papá Noel.