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Voto de Jinete nocturno:
7
Thriller. Terror Anna Manni (Asia Argento) es una policía encargada de perseguir a un psicópata violador. Pero Anna sufre el síndrome de Stendhal... (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2010
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los genios nunca se les puede dar por acabados, ni tras amortajarlos. Cuando ya daba por seguro que Argento estaba espiritualmente muerto y que no le quedaba nada que ofrecer salvo bochornosa mediocridad y gore casposo, de repente, a traición, vuelve a la vida desde su sepulcro para regalarnos una “póstuma” muestra de su mejor Cine.

Ante todo, y para evitar malos entendidos, seré claro: el siete que le pongo seguramente es excesivo y no se comparece con la verdadera calidad de la película. No es, ni lo pretende, una nota objetiva, sino puramente subjetiva; consecuencia del cúmulo de buenas sensaciones causadas por el primer visionado; de un regusto agradable cuyo origen, completamente inefable, quizás no tenga nada que ver con lo cinematográfico.

Y es que el guión bascula entre lo surrealista y lo directamente absurdo, y las actuaciones, salvo la de Asia –correcta a secas-, son ridículas e indignas de verdaderos actores. Así que ya puedes imaginarte lo lejos que, al menos a primera vista, está la película de ser “buena” en un sentido ortodoxo… Y sin embargo, de algún modo, aquí, por primera vez en muchos años, hay algo de su vieja magia; genuina frescura. Una magia que deriva en parte precisamente eso: de la total absurdez argumental, de su regusto onírico e irreal. Y es que jamás Argento ha estado tan extrañamente cercano al universo simbólico de un David Lynch.

Porque aquí, como es propio del mejor Argento, lo único relevante es la forma; el poder hipnótico de unas imágenes que se cuentan entre las más bellas y perturbadoras de su filmografía: algunas de un erotismo insano y fascinante, en las que Tánatos y Eros se abrazan hasta fundirse; otras preciosistas y repletas de guiños compositivos a las obras cumbre de artistas como El Bosco, Caravaggio o Magritte. Un Argento, y eso es lo que más agradezco, valiente e inédito, muy diferente en forma y fondo al de Suspiria, casi irreconocible. Que rezuma un algo que le hace parecer más un veinteañero lleno de talento y de ganas, que un sesentón resabiado y pagado de sí mismo – ¿no será que tras este “El Síndrome de Stendhal” se esconde en parte la mano de Asia? -. Por si fuera poco, este nuevo Argento en su segunda juventud se permite el juego cinéfilo de convertir esta película en un evidente homenaje a Hitchcock llenándola de reminiscencias que retrotraen, además de a “Psicosis”, lo que resulta obvio, a la atmosfera fantasmagórica y obsesiva de “Vértigo” –solo hay que fijarse en la banda sonora de Morricone, que es la “hermanita pequeña” de la que compusiera Hermann, y en el personaje de Anna, fascinante imagen especular (en un sentido literal) del que interpretase Kim Novak, desmayo y chapuzón incluidos -.

En definitiva, sí; a mí, sin convencerme, me ha satisfecho. Sus dos horas de metraje me han colmado de agradables sensaciones y me han dado un buen chute de aquello que andaba buscando. No le pidas a un yonqui que sea objetivo…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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