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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
6
Terror. Fantástico. Thriller Susie Bannion (Dakota Johnson) es una joven estadounidense que viaja a Berlín para cursar sus estudios de danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, dirigida por Madame Blanc (Tilda Swinton). El mismo día en el que ingresa en la escuela, una de las alumnas, recientemente expulsada, es asesinada. No se trata de un hecho aislado, lo que hace sospechar a la brillante estudiante sobre la implicación de la escuela en los ... [+]
22 de enero de 2019
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quede claro que en un principio recibí la existencia de esta película con cierta hostilidad, por no decir mayúsculo cabreo. Tengo Suspiria, la original, y pese a sus evidentes imperfecciones, en mi altar cinéfilo. No hay películas como Suspiria ni volverá a haberlas. Es una rara avis, un experimento único en su especie: fascinante, arrebatadora, imposible… Un giro de tuerca que reinventa el expresionismo, lo marida con el giallo y lo adereza a partes iguales con las sutilezas del cuento de hadas y los excesos hemoglobínicos del incipiente slasher. Pura magia, puro arte. Un orgasmo para los sentidos. Así que la idea de que pudiera ser profanada con un remake, rehecha según los previsibles y estereotipados cánones del cine actual, me producía auténtico terror y algún sarpullido.

Más tarde, y según empecé a ver los inevitables teasers, mi hostilidad pasó a convertirse en prudente curiosidad: lo mostrado no pintaba mal del todo, había que reconocérselo. No; aquello no era lo que uno espera ver en un remake de Suspiria, ni remotamente, pero quizás por eso, porque parecía ser una relectura de pleno dispuesta a aportar algo nuevo, y sin embargo, parecía querer alejarse de completamente de los clichés del cine comercial y tener hasta una cierta pretensión artística, pensé que quizás podía merecer la pena.

Pues bien, ya está vista.

¿Y qué me ha parecido? Pues un casi… Pero no. Un corredor de maratón que tras liderar 42 kilómetros se cae en la meta; uno de esos videos BDSM en el que una dominatrix golpea en las pelotas con un martillo al tipo justo antes de que eyacule.

En efecto, el arranque del film es espléndido, deslumbrante, espectacular. A su modo, tan fascinante e insano como lo era en el film original. Frente al mundo deliberadamente naif, casi onírico de Argento, Luca Guadagnino nos traslada al Berlín de las postrimerías de la guerra fría; a aquella Alemania de finales de los setenta triste, gris, convulsa, a su modo también onírica, dominada por el hormigón y el vinilo. Concretamente, al Berlín occidental azotado a partes iguales por las acciones terroristas de la RAF y la guerra sucia del Estado. Esta atmosfera, en comunión con un buen puñado de aciertos estéticos y el inteligente modo en el que se presenta la historia, en apariencia mucho más enfocada en thriller cuasi-policiaco que en el terror, da un resultado inmejorable: debo reconocer que me ha atrapado y que tras cinco minutos, estaba dispuesto a rendirme a la película.

Todo (o casi todo) durante los primeros minutos del film pinta fabuloso, increíblemente prometedor. El ritmo agradablemente lento, contemplativo; las interpretaciones; la forma en la que se presentan los personajes, el trasfondo político; el evidente subtexto… Incluso en ambiente de la academia Tanz. ¿Qué decir? Qué maravillosamente insano resulta todo, con ese evidente elemento lésbico que lo sobrevuela todo; un gran gineceo, casi un serrallo, en el que todas esas mujeres conviven; la forma dulce, aterciopelada, y precisamente por ello terrorífica, en la que Madame Blanc impone su autoridad… Por no hablar de la primera muerte: impactante, de un sadismo a la altura del mismísimo Argento...

Solo cierto aire pretensioso en la construcción de los planos y el alarmante empeño en sobrexplicar lo que está ocurriendo hacen que el conjunto pierda cierta solidez. Pero, en ese punto, uno piensa: “Son defectos menores que no pueden arruinar la película”.

Pues sí, pueden.

Lamentándolo mucho, y pasada esa hora inicial, la película empieza a hacer aguas hasta acabar naufragando completamente. Argento no es precisamente sutil. A la hora de mostrar violencia explicita, no, desde luego. Pero posee una capacidad de sugerencia, de crear sensaciones y sembrar ideas, que Guadagnino no puede ni tan siquiera soñar. Lo que en Argento es erotismo, aquí es porno chusco. Guadagnino lo muestra todo: lo que debe ser mostrado y lo que no. No deja nada a la imaginación del espectador, todo es explícito. Incluso, de manera incomprensible, se permite mostrarnos a las brujas debatiendo sus planes en plan asamblea de Podemos en varias ocasiones (con los hilarantes resultados que cabe esperar). Por supuesto, el efecto de eso es que, pasado un punto, la película fracasa completamente como película de terror.

Pero si para cuando esto ocurre el film amenaza con acabar reposando con el Titanic, ni te cuento ya su último acto (muy al estilo Lars Von Trier, la película se estructura en 6 partes oactos): Válgame Dios, qué espanto, que horror… Y no, no lo digo por la desmesurada –al borde de la comedia involuntaria- cantidad de gore mostrada en pantalla. Lo digo por la lisérgica y completamente surrealista secuencia. Sinceramente, ni siquiera tengo claro si pretendía ser cómico o es en serio.

Tras ella, un epilogo. Por fortuna, este ayuda a quitar en parte el mal sabor de boca, pero tampoco hace milagros.
Lo dicho, irregular y completamente descompensada, que claramente va de más a menos, desde la excelencia a lo absurdo.

Lo mejor:
-La ambientación histórica. Ese Berlín decadente.
-Las interpretaciones.
-El aire putrido de a primera hora.
Lo peor:
-Ese aborto de final digno de los Monty Pyton
Jinete nocturno
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