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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
7
Terror. Fantástico Versión contemporánea del clásico del cine de terror. Un grupo de adolescentes de los suburbios empiezan a ser perseguidos por Freddy Krueger, un asesino de aspecto terrible y con el rostro quemado que trata de acabar con ellos mientras duermen. Necesitan, pues, permanecer despiertos para protegerse mutuamente. Pero, si duermen, no hay escapatoria. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2016
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Seré claro: Pesadilla en Elm Street, la original, la de Craven, no es ni por asomo la obra maestra que muchos, corroídos por el veneno de la nostalgia, se empeñan en vender. De hecho, y siendo objetivo, no deja de ser un film de serie B medianamente interesante: con algunas ideas brillantes, sí, pero con evidentes defectos de puesta en escena. No, no es mala película. Y no, no seré yo quien lo niegue que la premisa es terrorífica. Sin embargo, y con ojos cinéfilos, hay ciertas cosas que joden el concepto, quitándole fuerza y dejándolo en un producto palomitero que no supo aprovechar todo su potencial. En especial el regusto adolescente y ciertas situaciones un tanto inverosímiles que dejan un sabor demasiado ochentero.

Digo esto porque mucho me temo que la somanta de hostias que se ha llevado este film (que no alcanzo a entender) no se debe a criterios objetivos, sino a la puñetera tendencia por parte de algunos de tratar de comparar el recuerdo, tamizado de nostalgia y distorsionado, que les dejó cierta película hace 30 años con el remake de turno: una lucha, por definición, imposible de ganar.

En efecto, sin parecerme ninguna maravilla y sin que sea ningún hito en la historia del cine, la película me ha sorprendido gratamente. Es más, en algunos aspectos (oh, sacrilegio), supera claramente a su original.

Agradezco, sobre todo, el tono adulto: se acabaron las “heroínas” inverosímiles que plantan cara a fuerzas sobrenaturales y las ridículas peleas entre un ser preternatural y sus supuestas víctimas a hostia limpia. Todo en este remake es in más sobrio, más contendido, más verosímil… Es decir, más terrorífico. Ni la película original (salvo alguna escena muy concreta) ni ninguna de sus cinco secuelas consiguieron meterme el miedo en el cuerpo. Esta tampoco… Pero casi, y lo agradezco. Y eso es debido, precisamente, a que se toma completamente en serio como film de terror.

Y eso se enlaza directamente con el segundo elemento positivo: Freddy Krueger. No voy a discutir si la interpretación de Jackie Earle Haley es mejor o peor que la de Englund: no tendría el menor sentido. Ambas son magníficas, pero incomparables: se trata de dos personajes distintos que comparten poco más que el jersey a rallas.

El Freddy original, pensado para el paladar adolescente, era una caricatura; un monstruo del tren de la bruja: carente de profundidad y apenas bosquejado, sin matices ni dobles lecturas. Ontológicamente, un hijo de puta; porque sí. Un lunático asesino de niños que, tras recibir su justo castigo por tanta maldad, volvía desde el más allá ansioso de venganza. Y como lo cortés no quita lo valiente, este simpático sádico, mientras te daba matarile, te regalaba algún chascarrillo (no vaya a ser que te lo fueras a tomar demasiado en serio la peli). Este Freddy, por el contrario es infinitamente más grave, más verosímil, más ambiguo y oscuro: Si en la saga original la idea de que Freddy fuera un pederasta se dejaba caer muy de pasada, como no queriendo escandalizar a nadie ni ponerse demasiado transcendente, aquí el tema se trata sin ambages, dibujando un personaje que, paradójicamente, resulta tanto o más terrorífico en vida (rememorado a través de flashbacks) que en su forma espectral de pesadilla. Y un giro que considero brillante: el film opta por recrearse en el cruel y salvaje linchamiento de Krueger por parte de los padres de sus supuestas víctimas (en un momento en el que ni siquiera está clara su culpabilidad): el espectador no puede menos que sentirse incómodo ante una ejecución cobarde y sangre fría que le hace preguntarse quién es el verdadero monstruo.

En efecto, este Kruger, con trasfondo y muy bien dibujado psicológicamente, incomoda, produce verdadero desasosiego: uno se lo toma en serio. Y no, no es especialmente gracioso: su humor, expresado en apenas unas pocas perlas, es cruel, seco y amargo: el que cabría esperar coherentemente del personaje.

Por lo demás, sinceramente, pocos motivos de queja: las interpretaciones son pasables y los aspectos técnicos (esto sí) más que notables exceptuando algún efecto digital chapucero: la fotografía es excelente y la banda sonora, nuevamente, tiene poco que envidiar al original. En especial por el espeluznante tema “Freddy’s coming for you” (sabiamente aprovechado en el extinto Milenio 3, por cierto).

En definitiva, una remake cuando menos decente, con ciertas aspiraciones adultas e injustamente tratado. Recomendable
Jinete nocturno
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