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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
7
Acción. Drama. Fantástico Basada en una leyenda japonesa. Siglo XVIII. Kai (Keanu Reeves) es un paria que se une a Oishi (Hiroyuki Sanada), el jefe de los 47 Ronin. Su objetivo es vengarse del traidor que mató a su señor y los condenó al destierro. Para recuperar el honor perdido, los guerreros emprenden una aventura que les obligará a superar duras pruebas. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2014
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no tenía la más mínima intención de ver esta película. Y no era para menos: a un completamente desacertado tráiler, que la vendía como un festival de efectos digitales y acción vacua -de esos que tanto detesto, por cierto-, se le unió una avalancha de algunas de las peores críticas que he leído, así que el diagnóstico estaba claro: bodrio al canto. Y claro, dado que mi cupo de basura a base de chorradas digitales y hostias gratuitas se cubrió para el resto de década con “El Hombre de Acero”, decidí pasar de lo que suponía era una profanación en toda regla de la vieja historia de samuráis.

Pues bien, una vez vista, tengo que confesar que lo primero que se me ha pasado por la cabeza es… Recetar una colonoscopia, a ser posible con una bombona de butano, a buena parte de los usuarios de esta web y a la práctica totalidad de la crítica mundial.

En efecto; la película me ha gustado. A lo mejor, y como bien dice cpharlok, debido justamente a la ridículamente exagerada saña de algunos. No digo que sea una "mega obra maestra" ni que vaya a cambiar el cine. Ni siquiera digo que sea un gran film: es evidente que hay despropósitos de guion y torpezas de montaje que criticar, y que la película podía haber dado mucho, mucho más de sí. Lo que digo es que el resultado es más que satisfactorio y que, desde luego, está muy por encima del promedio del cine comercial palomitero.

“¿Cuándo fue la última vez que una película de 200 millones de presupuesto consiguió que te asomase la lagrimilla?”, me he dicho. “En la puta vida”. “Entonces es que a lo mejor algunos se equivocan”.

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Vamos a las formas:

El diseño de producción es absolutamente primoroso, magnífico y asombroso: vestuario, decorados… Todo sobresaliente y exquisito. En la medida que conozco la época, muy fiel al Japón del periodo Edo. Y lo mismo tengo que decir de la fotografía, colmada de color cuando debe serlo, y gris y difusa cuando toca: de lo mejorcito que he visto en el casi siempre artificioso formato digital. ¿Que algunos efectos digitales cantan? De acuerdo. ¿Y? Otros, para compensar, son espectaculares y de una belleza hipnótica.

¿Las actuaciones? Pues, en general, bastante buenas, oiga. Por supuesto, hay de todo (Reeves, como de costumbre, cortito y con sifón), pero todos los días veo repartos infinitamente peores. ¿Banda sonora? Digna y con algún momento muy logrado.

Sinceramente, quien critique esta película por las formas merece hacerse el “seppuku” con un abrelatas.

Ahora vayamos a la chicha, al fondo.

¿Se respeta la historia original de los 47 ronin? Para mi sorpresa (grata), y en lo esencial, sí (algo que, irónicamente, algún tarado de por aquí, que por lo visto desconoce cómo terminó el suceso real, critica). Por supuesto, hay los inevitables “añadidos” y “pegotes” hollywoodienses, como la historia de amor entre la hija de “daimyo” y el “mestizo” o los toques de fantasía, pero en general la historia es contada con sumo respeto, sin histrionismos ni demasiadas licencias.

Y en cuanto a los añadidos… Pues algunos funcionan (lo que ya es sorprendente de por sí), y otros, sinceramente, no. De la historia de amor, por ejemplo, cabría esperar lo peor, sobre todo estando “Neo” de por medio (¿Quién no recuerda su irrisorio idilio con Trinity?). Pero, afortunadamente, todo resulta razonablemente adulto y contenido, muy alejado de las cursilerías adolescentes tipo “Crepúsculo”. Verosimil y coherente, sin melodramatismos ni almibar, pero, sin embargo, sumamente emotivo. Que los personajes sólo se besen una vez y casi como hermanos es un detalle sutil y sumamente inteligente que algunos no hemos pasado por alto.

También es de agradecer que los samuráis, supuestos heroes de la historia, sean mostrados en el principio del film como auténticos gilipollas: déspotas, arrogantes y profundamente clasistas. Y es que no debemos olvidar que, más allá de la mítica del bushido y de las idealizaciones posteriores, los samuráis no dejaban de ser los matones del señor feudal de turno, encargados de que mantener sometidos a los campesinos katana en mano.

Cosa distinta, mucho más discutible, son los toques de fantasía a lo “Willow”, como la “bestia” del principio de la película, los monjes “mutantes” o las andanzas de la bruja “transformer” de los cojones, que en mi opinión le sientan a la trama como a un Cristo dos pistolas. No hace falta que diga que la historia hubiera funcionado mucho mejor quedándose en el terreno más realista del drama histórico. Pero… Qué le vamos a hacer: el blockbuster tiene estas servidumbres. Por otro lado, a nadie le amarga un dulce, y lo cierto que algunas de las escenas de la bruja (muy rica la tal Kikuchi, por cierto) son espectaculares.

En definitiva, un más que digno film de entretenimiento, que más allá de algunos problemas de montaje y de ciertas incoherencias, destaca por su maravilloso diseño de producción y garantiza dos horas de entretenimiento un poco más sutil y adulto que lo de costumbre. Cómo pudo ser destrozada de tal modo por la crítica y buena parte del respetable es un misterio digno de que Iker Jiménez le dedique su tiempo.

Aunque no merece tanto, me apetece ponerle un ocho para compensar la injusticia de muchos: es mi particular "bushido". Un pronóstico: esta es la clase de película que los años y los pases televisivos revindicarán, y dentro de 5 años será mucho mejor valorada de lo que es ahora. Tiempo al tiempo.
Jinete nocturno
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