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España España · Madrid
Voto de Pedro:
9
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sofisticada película de autor en la que Spike Jonze plasma una elegante realización donde música, dirección artística y fotografía se entrelazan para envolver su original y meticuloso guión a través del que nos muestra toda una disección filosófica del amor.

Buena idea, muy interesantes reflexiones sobre el amor como algo ideal y como algo material, que al mismo tiempo usa un ocurrente vehículo dentro de la ciencia ficción y la inteligencia artificial, intentando analizar cómo sería no sólo el amor entre las personas, sino el que se adentra más allá de lo tangible, y tocando multitud de cartas de la baraja: soledad, relaciones, enamoramiento, sexo, amistad, alegrías, penas, posesión, celos, liberación, nostalgia, aprendizaje... Todo ello, que así sin más pudiera llegar a rozar lo empalagoso al prolongarse algo más allá de la hora y media, se ve sin embargo realzado por esa expresión artística entre lo que entra por las sensaciones de la partitura y las de la composición de imágenes donde casi cada secuencia alterna con un cuadro de colores entre claros y oscuros, bellos fondos de ciudad con sus rascacielos en amaneceres, atardeceres, multitud de luces en la noche, contrastando con los bosques y parajes nevados...; en ocasiones todo visto estáticamente tras grandes ventanales de habitaciones o dinámicamente por ejemplo desde ventanas de un tren o ascensores en movimiento.

Completa la película una dirección de actores elaborada, con una interpretación intensa y exhaustiva de Joaquin Phoenix, al que la cámara retrata con gran variedad expresiva mientras le acompaña en todo momento, y un meritorio trabajo de Scarlett Johanson que debe dar todos los matices a su personaje valiéndose exclusivamente de su voz -sobra decir pues que para apreciarlo hay que ver la película en su versión original-. El resto del reparto se encuentra igualmente acertado, especialmente Amy Adams en el rol de complicidad con el protagonista.

Pinceladas de ironía y algún que otro sarcasmo que pueden llegar a dibujar una sonrisa, se suceden entre diatribas, diálogos y reflexiones, conduciendo al espectador a un final abierto a interpretación, pero que trasciende dejando una firme idea de que quizás para aprender a amar, si es que eso puede hacerse, debiéramos creer profundamente en algo que un simple humano escribió con un soneto bastante antes de que apareciese el primer computador sobre la faz de la Tierra:

"Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado."
Pedro
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